Mientras peinaba su cabello con mis dedos, el corazón me latía fuertemente como si estuviera en un maratón. Kael estaba casi sobre mí, echado en la cama y con la cabeza sobre mi pecho. Temí que oyera mi acelerado corazón, pero él estaba muy pendiente en acariciar mi mano suelta, la que no estaba desordenando aún más su dócil cabello. Luego de haberlo abrazado, lo que se había sentido como horas, nos habíamos mudado a la cama. Parecía querer silencio, y yo se lo estaba dando, a pesar de lo mucho que quería preguntar y decirle tantas cosas. No quería presionarlo. Sabía cómo se ponía si alguien lo presionaba mucho. Kael había cambiado, pero aún tenía destellos de su personalidad anterior, aunque no tan marcadas como una vez lo fueron.
Este nuevo Kael, el que había regresado luego de siete años lejos, era completamente diferente al anterior, pero su esencia era igual, la misma. Ya no era tan impulsivo como lo fue una vez. Vi lo mucho que se contuvo cuando estaba discutiendo con Patrick. El antiguo Kael lo hubiera golpeado sin tener que abrir la boca, este solo había apretado su cuello. El antiguo Kael, le hubiera gritado muy feo a su madre y se hubiera ido de aquí sin importarle nada. Este solo explotó golpeando la pared, sin lastimarse mucho la mano, y salió de allí, buscando soledad.
Sus nudillos estaban rojos, casi hinchados y con puntos morados alrededor, más no tenía heridas abiertas o sangraba. Lo revisé, pero no quiso que pusiera hielo sobre su mano. Solo quería abrazarme, y yo no era nadie para negárselo.
Aunque varios minutos después, sentí la necesidad de levantarme. Esto entre nosotros se sentía bien, más que bien, pero también quería que se abriera para mí. El antiguo, y nuevo Kael, parecía no querer expresarse de lo que realmente sentía. Él siempre estaba para mí y quería lo mismo para él.
-Tengo que traerte hielo, Kael -dije intentando moverme. No logré hacerlo ni un centímetro, su peso aplastaba mi pecho y parte de mis piernas, lo que impedía el moverme con libertad.
-No importa -respondió escondiendo la mano para que no estuviera a la vista-. No me duele.
Solté un suspiro, como si estuviera hablando con un niño pequeño. Cuando intenté moverme de nuevo, Kael se levantó del todo y me miró.
-Esto no es nada, he pasado por cosas peores. -A pesar de su voz plana, sentí que sus palabras iban más allá, pero en ese momento no le tomé importancia. Simplemente hice una mueca pero de todos modos me levanté. Salí rápidamente de allí y entré en la cocina. Por suerte Miriam y Diane no estaban. Saqué hielo de la nevera y la envolví en un paño, regresé a la habitación y vi a Kael recostado en el respaldar de la cama, con los brazos detrás de su cuello y con los ojos fijos mirando el techo.
Le mostré el paño con hielo y se lo tendí. Me arrimé a él y juntos nos apoyamos en el respaldar. Lo más cómodo de todo era el silencio que se había instalado. Mis pensamientos estaban muy confusos en mi mente. Haber visto a Patrick hoy había sido como echar sal a la herida. Me dolía mucho, pero también me di cuenta de lo idiota que fui al poner mi total confianza en alguien como él, sin sospechar de lo malo que realmente era. Siempre creí que era el hombre perfecto para mí, nunca dudé de él y hasta creía que lo amaba con todo lo que era. Cuán tonta fui al creer todo eso. Mi ingenuidad fue desde el momento en que me enamoré, cuando era una adolescente que creía en los cuentos de hadas y los finales felices.
Ahora lo único que sentía era rabia y coraje. Rabia de haber sido tan tonta, y coraje de no haber abiertos los ojos antes. Si hubiera sabido que Patrick era tal como su padre, nunca me hubiera casado con él. Ni siquiera me habría fijado en él. Jamás habría sido su amiga, porque así empezó nuestra historia, con una simple amistad.
Siempre creí que las cosas pasaban por algo, pero ¿esto? ¿El haber sido agredida por Patrick? ¿Qué podría pasar luego de aquello? Solo me dejó heridas que no sabía si sanarían pronto. Esto era un trauma. Me había arruinado la vida porque siempre viviría con miedo. Miedo de pensar en que algún día él podría regresar. Vivíamos en el mismo pueblo, y él era policía. Podían pasar muchas cosas malas. Mis padres, a pesar de lo mucho que los amaba, jamás podían enterarse de esto. ¿Con qué cara les diría que Patrick me golpeó, que abusó físicamente de mí? Eso no es algo que le puedas contar a tus padres a la ligera. Ellos querrían fundirlo en la cárcel, pero volveríamos al punto de partida. Él era policía. Así como lo fue Marco, su padre. Quien ahora estaba en una cárcel en su pueblo natal de Doswell.
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Corazones fracturados | ✓
RomanceSophie a pesar de estar casada con Patrick, aún sigue pensando en el hermano de su esposo. Una vez los tres fueron mejores amigos hasta que Kael se fue y no volvió nunca más. Hasta que regresa, y pone el mundo de Sophie al revés. Sus corazones fract...