Capítulo 27

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Cathy rio, nerviosa, al darse cuenta también que Kael se encontraba en la habitación y que había escuchado lo último que yo dije. Le lancé a mi amiga una mirada de súplica, sin saber qué pedía realmente, pero ni siquiera miró en mi dirección.

-Bueno... -dijo a nadie en particular-. Iré a ver a tu mamá, Kael, o a tu tía. A cualquier persona que encuentre.

Cuando se levantó, la imité ganándome una mirada suya.

-No te vayas aún. -Mi voz salió en una súplica, lo cierto es que no sabría qué decirle a Kael, y mientras lo descubría, prefería quedarme con Cathy. No había vuelto a mirar a Kael, porque no sabía con qué cara lo haría luego de confesar sentir algo profundo por él. Aunque sentía su intensa mirada sobre mí, no lo miré, y eso me costó bastante-. No hemos terminado de conversar.

-Solo vine a sacar ropa -carraspeó Kael. En ese instante levanté mi mirada, temerosa de encontrarme con sus ojos, pero él estaba mirando a Cathy. Le dio un breve asentimiento de cabeza a modo de saludo, y se adentró en la habitación dirigiéndose a los cajones de la cómoda. Sacó ropa y cogió una pequeña toalla. Cuando se dio la vuelta, no nos miró-. Hablen tranquilas, yo tomaré una ducha.

Salió sin más de la habitación. Cathy y yo nos miramos extrañadas. A pesar de que no quería hablar con Kael, no porque no quisiese sino porque no sabría qué decirle sobre lo que había escuchado, me pareció rarísimo la forma en que había reaccionado. Es decir, no reaccionado. Intuía que algo raro pasaba.

-¿Qué le pasa? -preguntó Cathy haciendo eco a mis pensamientos.

-No lo sé. -Me encogí de hombros con la mirada puesta en la puerta, por donde Kael había salido. Había visto decaimiento en él. Me giré hacia Cathy, preocupada-. ¿Te parece bien si...? -Hice un gesto por donde Kael desapareció. Ella comprendió al instante, sonriéndome con picardía.

-Por supuesto, ve tras él. -Me guiñó un ojo sin perder su sonrisa-. Ve tras tu hombre.

-Oh, cállate -me reí más divertida que molesta por lo que había dicho-. Anda con Diane, ella debe estar terminando de preparar el almuerzo.

Cathy asintió, con el rostro serio como si su mente estuviera maquinando.

-Claro, y la distraigo a ella y a Miriam... Lo tengo. -Alzó un pulgar y sin darme tiempo a decirle algo, se fue de la habitación. Caminé tras de ella y la observé atravesar el pasillo y luego entrar a la cocina, de inmediato escuché su voz entusiasta mientras hablaba con Diane, cuando una tercer voz se les unió, de inmediato distinguí a Miriam.

Satisfecha con aquello, pero algo consternada con el pensamiento de Cathy sobre lo que haría, me dirigí al baño del pasillo. Estaba algo alejado de la cocina pero, aun así, me atreví a tocar la puerta con delicadeza. No quería que Miriam o Diane pensaran mal. Pegué mi oído a la puerta y esperé. Del otro lado se escuchaba el sonido del agua caer. Ese indicio me hizo golpear la puerta un poco más fuerte, pero nadie contestó. Probé con el pestillo, solo para comprobar un hecho, pero cuando este cedió, intenté no ponerme muy nerviosa al respecto, porque el sonido del agua cayendo significaba que alguien estaba dándose una ducha, y ese alguien era Kael.

Empujé la puerta y de inmediato el vapor me inundó. El cuarto de baño estaba lleno de vapor, por lo que entré y cerré la puerta detrás de mí. Frente a mí se encontraba el lavabo y un pequeño estante lleno de toallas, encima de todo colgaba un gran espejo, pero estaba opaco por el vapor. No me podía ver en él, pero apostaba a que estaba muy sonrojada. Sentía muchísimo calor y no era por el vapor. A mi derecha estaba la ducha, y válgame Dios, no era una ducha con cortina, sino de vidrio, transparente. Casi me caigo de trasero. Kael estaba allí, bajo el agua y rodeado de vapor. Su cabello se pegaba a su cabeza, viéndose más oscuro. Estaba de espaldas a mí, así que corrí mis ojos bajándolos poco a poco para deleitarme con aquella vista suya que mostraba.

Corazones fracturados | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora