Capítulo 46

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Los días se pasaban demasiado rápido. Entre que Kael y yo íbamos a trabajar y llegábamos a casa para estar con Ela y Alen, nuestros días parecían correr. Luego de la visita a Doswell donde Kael pudo conocer a su padre, él estaba diferente. Pero diferente para bien. Sonreía más, hablaba más, y jugaba más con Alen. Se estaba comportando como un padre y eso me hacía muy feliz. Entre nosotros las cosas estaban mucho mejor que nunca. Siempre que tenía la oportunidad Kael me besaba, me tocaba, e incluso me amaba como sólo él podía hacerlo.

Por supuesto también teníamos nuestros malos días, pero eran tan pocos que los días buenos opacaban aquellos.

Ela tuvo la grandísima idea de querer trabajar en el hospital del pueblo. Como enfermera se sentía capaz para trabajar allí y no dudó en presentarse. Una vez mientras me ayudaba a cocinar me dijo que se sentía una carga en esta casa, y quería buscar un sitio para ella. No sabía qué hacer en este pueblo, su única razón era Alen. Quería que su hijo creciera con su padre, así que estaba sacrificándose por él. Aquella noche se lo conté a Kael. Por supuesto había notado que Ela era una persona increíble. No daba problemas y ayudaba en casa. Su única tarea era criar a Alen, pero siempre me echaba una mano para limpiar la casa y cocinar, incluso se animó a lavar la ropa, haciendo la colada cada fin de semana. Lo cual era genial, tener una ayuda extra, porque esta casa era de dos pisos y con un niño era difícil mantenerla ordenada y limpia. Así que decidimos dejarla aquí más tiempo, hablando con ella diciéndole que no era necesario que se fuera. No aún.

Le conté a Kael sobre mi divorcio. Él se mostró tan feliz que casi lloré de alegría, tanto él como yo estábamos ansiosos de aquello. Estar aún casada con Patrick era como tener aún una cuerda atada a él. Quería arrancármela de inmediato, pero también tenía que ser paciente. Reuní todos los papeles que el abogado me pidió y se los entregué cuanto antes para que comenzara con el proceso. También le pedí ayuda con la casa frente al lago, estaba a nombre de ambos pero yo la quería para mí. Me aseguró que no sería difícil recuperarla.

Mientras, pasé mis días con normalidad.

Extrañaba mucho a Cathy, Ela siempre estaba en casa pero era una extraña y no me gustaba contarle mis cosas a una desconocida. No tenía tal confianza para contarle algo, así que me guardé todo lo que me moría por contarle a Cathy. También me guardé lo que había escuchado hablar entre Kael y Ela. Sobre el último servicio. Él no me dijo ni una sola palabra sobre ello. Fue tanto así que decidí olvidarlo, apostaba que había cambiado de idea luego de visitar a sus padres. Él tenía una vida aquí ahora, no podía irse así como así.

Dos semanas pasaron. Y mis padres ya querían irse. Habían estado aquí un tiempo y habían decidido regresar al pueblo donde vivían, a Norfolk. Por mucho que traté de convencerlos para que se quedaran aquí más tiempo, alegaron que no podían dejar su casa sola mucho tiempo. Entre lágrimas me despedí de ellos en el estacionamiento del motel. Los veía muy poco y hablábamos aún menos. Nunca llegaron a conocer a Alen, pero prometí enviarles fotos de él para que lo vieran. Con aquello se alegraron, en especial mamá quien también estaba muy emotiva.

Cuando se fueron, me sentí mal. Me había acostumbrado en estos días visitarlos en cada oportunidad que tenía para conversar y verlos tratando de recuperar el tiempo perdido. Incluso me acompañaron a ver al abogado y hablaron con él para sentirse más tranquilos.

Ese día estaba tan triste que Kristen lo notó cuando vino a chequearme en mi puesto en su club. Me miró la cara y automáticamente hizo una mueca.

-Te ves fatal -dijo cómo saludo, mirándome de arriba abajo. Ella como siempre se veía hermosa, radiante.

-Vaya, gracias -respondí, tratando de no rodar los ojos. Si fuera Cathy le hubiera lanzado un comentario hiriente, pero sabía a ciencia cierta que Kristen rara vez se ofendía, y yo no era vengativa.

Corazones fracturados | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora