Cuando desperté, noté que la cama se movía y que yo ya no estaba sobre Kael. Me incorporé con lentitud debido al letargo y tardé en reaccionar hasta que lo vi agachado en el suelo. Al parecer estaba amarrándose los pasadores de sus botas.
-¿Qué hora es? -susurré somnolienta. No había mucha luz, excepto por la lámpara prendida en la mesilla de noche. Kael se dio la vuelta y sonrío de lado al observarme bostezar.
-Es hora que vaya al trabajo. -Mostró la pantalla de su celular donde se veía que era casi las diez de la noche-. Ya estoy algo tarde, me quedé dormido.
Ni que lo diga. Habíamos dormido por horas sin despertar. Seguro me había perdido la cena pero no tenía hambre. Kael se irguió y no pude evitar observar por más tiempo sus brazos llenos de tatuaje. Había frases y cosas intrincadas que no podía descifrar hasta observarlas de muy cerca.
-¿Miriam está en casa, verdad? -pregunté, de pronto con miedo a quedarme sola el resto de la noche.
Kael notó aquello. Se acercó a mí y me acarició el cabello como si quisiera calmarme.
-No te preocupes, Sophie, mamá y tía Diane, están en casa. Duerme tranquila.
Besó mi cabeza y se despidió con una pequeña sonrisa antes de darse la vuelta e irse, cerrando la puerta de la habitación con suma suavidad. Ahora que ya estaba despierta no tenía sueño. Miré con atención mi mochila, la que Cathy había traído de casa, y me entró la curiosidad. La cogí y derramé su interior sobre la cama. Mi celular fue el primero en caer, seguido de una bolsa transparente con algunas de mis joyas. Dentro estaba mi anillo de compromiso y mi alianza. Lo tiré al fondo de la mochila y solo me quedé con el teléfono, que estaba apagado. Quise prenderlo y gracias al cielo, lo hizo. Solo tenía poca batería pero era suficiente para el uso que quería darle.
En la pantalla aparecía de fondo una foto mía con Patrick. Él estaba besando mi mejilla y detrás de nosotros se veía el lago frente a nuestra casa. Tuve el impulso de tirar el teléfono contra la pared pero me contuve. En vez de eso, entré a las llamadas al ver que aparecía un gran número en ese ícono. Todas de Patrick. Tenía varias llamadas perdidas suyas y mensajes en el buzón de voz. Ni siquiera quise escucharlos, simplemente hice una copia de las fotos y las mandé a mi correo. Luego lo apagué y lo guardé al fondo de mi mochila, cerrándola y apartándola de mí como si quemara.
Volví a echarme en la cama mirando el techo. Mi último recuerdo de Patrick era cuando me tiró al piso haciéndome daño, y por más que quisiese olvidar ese momento, mi mente me lo recordaba una y otra vez como si deseara torturarme. No sabía cómo ponerle fin a ese tormento. No sé cuánto tiempo me quedé mirando el techo, pensando en todo lo malo y llorando la pérdida de mi antigua vida. No sabía cómo sería mi vida ahora que Pat no formaba parte de ella. Siempre creí que con él iba a formar una familia, ver crecer nuestros hijos y envejecer juntos. Pero lo que tenía ahora era poca ropa en una mochila y un trauma en mi vida que no sabría cuándo iba a superar.
Dejé que las lágrimas y mis pensamientos consumieran mi mente hasta que alguien tocó la puerta de mi habitación. Me sobresalté tanto que pegué un pequeño gritito del susto. De inmediato Miriam asomó la cabeza y se acercó a mí, con una mano en el pecho.
-Sophie, perdona por asustarte -comenzó con una pequeña sonrisa que creí era para tranquilizarme. No lo hizo. Mi corazón latía rápidamente pero traté de mantener la calma-. Anoche te preparé sopa pero cuando entré, tú y Kael estaban dormidos, no quise despertarlos.
Hice una mueca.
-Lo siento, Miriam...
-Eh, no, no tienes nada que disculparte, Sophie. -Se acercó a la cama sentándose en el borde, colocó las manos en su regazo y me miró con atención-. Quería hablar contigo.
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Corazones fracturados | ✓
Roman d'amourSophie a pesar de estar casada con Patrick, aún sigue pensando en el hermano de su esposo. Una vez los tres fueron mejores amigos hasta que Kael se fue y no volvió nunca más. Hasta que regresa, y pone el mundo de Sophie al revés. Sus corazones fract...