Capítulo 38

136 15 0
                                    

Cuando la última lata de pintura fue descargada en nuestra nueva casa (¡Dios, qué increíble sonaba eso!), yo estaba con la lengua afuera y jadeando del esfuerzo. Me apoyé en la pared de la sala, donde ya empezaba a resquebrajarse la pintura, y traté de recuperar el aliento. Estaba con las manos en mis muslos como si aquello ayudaría en algo. Kael entró en la casa y al verme, me sonrió. Ambos estábamos vestidos con nuestras ropas más viejas, dado que íbamos a pintar, y a él le daba risa que yo haya escogido para la ocasión una camiseta rota, estaba agujereada por todas partes, y hasta se veía parte de mi sostén deportivo fucsia y mi abdomen. No debía explicar detalladamente lo mucho que le gustó mi vestuario a Kael, ¿no? Digamos que me lo demostró muy bien, tanto que quería repetirlo. Viendo su rostro con barba incipiente me ponía a temblar. Recordaba de la mañana haber sentido esa raspadura de piel en una parte sensible de mí, y ahora que lo miraba a los ojos la sonrisa babilónica de mi cara nadie la podía quitar.

Él llevaba en sus manos un par de brochas para pintar paredes, me tendió una e hizo una seña a las latas de color blanco que hacía horas habíamos comprado. La casa ya estaba reaccionada, habíamos cambiado muy poco de ella debido a que era muy bonita. Solo quitamos las alfombras que tenían hongos y las reemplazamos por unas nuevas. Luego de eso, todo quedó a la perfección. Ahora por dentro las paredes estaban pelándose, pero horas después aquello cambiaría.

Tomé la brocha que me tendía y la dejé en suelo. Tomé los papeles de lija y le tendí uno, doblándolo en varias partes. Primero debíamos quitar todo rastro de pintura destartalada de las paredes.

Me miré el atuendo y luego a Kael. Mientras que yo me veía como una loca recién salida del manicomio, él simplemente se veía como un modelo con su ropa usada. Su camiseta blanca estaba muy arrugada, y los pantalones negros de deporte algo despintados, pero se veía tan bien en ellos que me lo quedé mirando con apreciación.

Salí de mi ensoñación cuando se acercó a mí con el ceño fruncido y una sonrisa de lado.

-¿Disfrutando las vistas?

-Más bien diría «disfrutando de ti». -Sonreí, a pesar de que mis mejillas se calentaron al ser pillada por él. No dudé en pasar una mano por su mejilla rasposa, ganándome una sonrisa suya-. Tenemos que empezar a pintar si queremos terminar el viernes.

Ya sólo faltaban un par de días para que Cathy se fuera a la ciudad, y como le prometí ayudarla en hacer su despedida, no dudé en ofrecer mi casa como punto de reunión. Kael y yo teníamos solo hoy para pintar y dado que era casi mediodía dudaba terminar para el final del día. Pero ambos decidimos amanecernos hoy para terminar. Ya había lijado las paredes del segundo piso y sólo faltaba las de la sala. Había sido un gran trabajo pero muy conveniente para nosotros. No íbamos a gastar dinero en pintar la casa porque nosotros mismos lo haríamos. Era la primera vez que lo haría y estaba emocionada. ¡Iba a pintar mi propia casa! Qué loco sonaba aquello. Aún no podía asimilar el salto que había dado en los últimos meses. Lo único bueno que podía rescatar de todo el infierno que había vivido era Kael. Él era lo único bueno que me había ocurrido.

Tres horas después Kael y yo nos trasladamos al segundo piso para pintar las habitaciones de allí. Era una casa grande, con tres habitaciones en el segundo piso y un gran pasillo. Había venido aquí tantas veces de niña que me traía nostalgia estar pintando. Ya mi ropa estaba salpicada de pintura, tenía la cara de polvo y los pantalones sucios. Estaba arrodillada pintando con cuidado la zona de la pared cerca del zócalo de la última habitación que quedaba en el segundo piso cuando escuché que Kael entraba.

Me di la vuelta y lo vi en el marco, suspiré de alivio al verlo. Ya me dolía el brazo y las piernas de estar en la misma posición.

-Haremos un descanso -dije, pero salió más como una súplica que otra cosa-. ¿Ya terminaste la escalera?

Corazones fracturados | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora