Capítulo 16

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Yo, en cuanto al ciclo menstrual, era la persona más irregular que conocía. Desde la primera vez que me vino la regla, mi madre me advirtió sobre aquello. Al principio de mi pubertad, la regla para mí era cosa de un reloj. Cada veintiocho de cada mes, la regla se me presentaba... hasta que me casé, y mis hormonas se revolucionaron. Ahora era irregular, y odiaba aquello con todo mi ser. Nunca estaba segura de cuándo me iba a venir la regla. El hecho que hoy me haya venido hacía que me alegrara de felicidad. No porque no quería estar embarazada, ya que no era así. Mi sueño siempre fue formar una familia y ser madre. Pero justo ahora las cosas no iban nada bien en mi matrimonio, y traer un bebé no iba a ayudarnos a Patrick y a mí. Sabía lo mucho que él quería ser padre, y a pesar de que deseaba cumplir ese sueño con él, lo nuestro estaba cayendo en picada.

Lo amaba, y sabía que siempre iba a ser así. Lo amé desde que era una niña cuando no sabía lo que era el amor. Lo amé cuando me consoló y estuvo para mí cuando mis padres quisieron divorciarse. Lo amé cuando Kael nos dejó y ambos quedamos devastados. Lo amé cuando me propuso matrimonio. Lo amé cuando nos casamos de la forma más cursi cuatro años atrás. Lo amé aquel día cuando pronunció sus votos y prometió amarme toda la vida. Lo amé cuando hicimos el amor por primera vez en la casa del árbol. Y lo amo cada vez que estamos juntos y nuestros cuerpos hablan por sí solos. Lo amo cuando lanza una broma sarcástica y sus ojos se iluminan de diversión. Amo sus defectos y cada uno de esos pequeños detalles en él.

Pero no amo cuando se enfada. No amo cuando viene borracho del trabajo cuando aún ni es la hora del almuerzo. Tampoco amo el que sea violento. Es más, odio aquello. Odio saber que poco a poco se está convirtiendo en su padre, y que no puedo hacer nada para evitarlo. Eso es lo que más odio. No poder evitar lo que es, ni en lo que se está convirtiendo.

El profundo amor que sentía por Patrick, empezó a apagarse en el momento que me levantó la voz por primera vez y acabó por consumirse cuando se atrevió a levantarme la mano y pegarme.

Sé que los matrimonios deben durar toda la vida. Eso es lo que le prometes a tu pareja, ante Dios, cuando te casas. Pero en aquellos votos no está incluido el maltrato ni la violencia. Solo la muerte, la enfermedad, y la pobreza. No la violencia.

No quiero ser una Miriam por el resto de mi vida. No quiero ser una mujer maltratada por su esposo que tiene que esconder su moretón cada vez que sale a la calle, o tiene que mentir cada vez que alguien pregunta por alguna herida visible. Tampoco quiero estar en una casa donde mi esposo solo tiene acciones violentas contra mí mientras nuestros hijos ven eso.

No quiero vivir con eso el resto de mi vida. Y por mucho que ame a Patrick, yo soy primero. Elijo mi bienestar antes que cualquier cosa. Porque sé que nada puede cambiar a Patrick. Un hombre violento no cambia nunca, siempre será así. Lo sé porque no tengo a nadie más que a Miriam de ejemplo. En las últimas dos horas que he estado encerrada en el baño, mientras me duchaba y lloraba con todo mi ser, me he dado cuenta de que a la larga, nunca seré feliz al lado de Patrick.

Creí que lo nuestro era amor verdadero. Creí que Pat, el hombre a quien amaba, iba a hacerme feliz por el resto de nuestras vidas. Nunca creí que la historia se repetiría. No pensé que justo él fuera a convertirse en alguien así. Como su padre.

Lo supe desde el momento en que accidentalmente dejó caer su taza de café hirviendo sobre mí. Me repetí una y mil veces en mi mente que aquello había sido un accidente porque estaba ebrio. Pero en el fondo de mi corazón sabía que no fue así. Y odié cada segundo de ello.

Me permití a mí misma creer lo que había dicho. Acepté sus disculpas y seguí adelante con nuestro feliz matrimonio. Pero solo prolongué demasiado lo inevitable. Sabía que algún día iba a levantarme la mano, pero cada día rogué para que eso no ocurriera. Creí pensar que él nunca me haría eso. Pero ocurrió. Me pegó, y a pesar de lo mucho que me dolía aquello, me dolía más que fuera Patrick.

Corazones fracturados | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora