[T E R M I N A D A]
Al iniciar una nueva vida en un pueblo desconocido luego de vivir un accidente traumatico no es fácil, y Janice lo sabía bien.
Pasaba días culpandose de la muerte de sus padres, hasta que el verano de 1989 se convirtió en uno...
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Llevaba meses ahorrando todas mis propinas y una parte de mi pago diario para irlo a ver, para volver a ver a Richie porque enserio me hacia mucha falta, lo extrañaba mucho.
Llevaba varias horas sentada en el tren camino a Nueva York ya que había leído que su próximo show sería allí.
Me bajé del tren y tomé mi pequeña maleta para comenzar a buscar la dirección y para no perderme tuve que comprar un mapa. Me costó bastante ubicarme hasta que supe en qué calle estaba así que solo me quedo guiarme por el plano.
Pasé varios minutos buscando la dirección del teatro y una vez la encontré tuve que pedir un taxi, era mejor que estar caminando por la gran manzana sin saber nada del lugar en el que me encontraba.
En solo esas dos cosas tuve que pagar un total de veinticinco dólares, solo esperaba no tener que volver tan pronto a Ohaio.
Al llegar al teatro pude ver una fila para comprar las entradas y supuse que para que me dejaran pasar tendría que hacer lo mismo así que me formé, una fila de unos minutos no era nada con años sin saber de Richie.
Quince minutos después finalmente pude comprar la entrada que me costó quince dólares, no pudo ser adelante porque ya se habían agotado.
Al entrar al teatro comencé a mirar al rededor, era enorme y la verdad me alegraba bastante que Richie pudiera ser comediante. A veces me despertaba a las once de la noche y encendía la radio porque solían transmitir su show.
Decidí acercarme al escenario antes de que el teatro se llenara por completo, porque entonces sería imposible poner un pie cerca.
—¿A dónde cree que va? —Un guardia de seguridad me impidió avanzar así que di un paso hacia atrás.
—¿Puedo ir a ver a Richie?
—Disculpe, ¿Quién se cree que es para pensar que puede verlo? —cuestionó otro hombre de seguridad y tragué saliva.
—Lo conozco, de la niñez —respondí mirándolos a los dos—. De verdad.
—Otra fanática que lo jura —El primer guardia se pasó una mano por el cabello tomando una larga inhalación.
—No soy una fanática, enserio lo conozco y él a mí —aseguré—. Solo quiero verlo, por favor.
—No vamos a dejarla pasar porque no tiene pruebas de conocer al joven Tozier —respondió avanzando hacia mí y yo di un paso hacia atrás de nuevo.