[T E R M I N A D A]
Al iniciar una nueva vida en un pueblo desconocido luego de vivir un accidente traumatico no es fácil, y Janice lo sabía bien.
Pasaba días culpandose de la muerte de sus padres, hasta que el verano de 1989 se convirtió en uno...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al salir de la ducha me vestí con una camiseta verde y un pantalón capri beige junto con tenis negros.
Me cepillé el cabello cuando entré en la habitación y luego comencé a organizar algunas cosas a mi manera.
Cambié de lugar algo de mi ropa y organicé mis zapatos en un cajón de armario para no dejarlos desordenados en el suelo.
Me acosté en la cama y con la mano temblando la llevé bajo mi camiseta y comencé a tocar la cicatriz sintiendo mis ojos aguados, se veía tan horrible y el hecho de que la tuviera en mi cuerpo me hacía sentir rara.
Me levanté tragando saliva y me acerqué al espejo qué tenía la habitación para observarla detenidamente.
Parecía como si hubiera sido cocida para Frankenstein o un monstruo así, era increíblemente grotesca.
Levanté la vista al techo y después acomodé mi camiseta volviendo a acostarme.
Cerré los ojos apretando los labios hasta que terminé por quedarme dormida en algún momento.
...
Acababa de despertar y estaba aturdida, sentía mi cuerpo adolorido, en especial mi abdomen.
Observé al rededor notando qué estaba en un hospital, tenía una cánula de oxígeno y un medidor de pulso en el dedo medio de mi mano derecha.
Me acomodé difícilmente y abrí los ojos al ver el dedo anular de mi mano derecha enyesado, era incómodo porque no podía siquiera moverlo un poco.
Me giré a la puerta cuando fue abierta y me pegué a la cama aterrada al ver a mis padres entrar en la habitación con sus cuerpos totalmente calcinados.
...
Desperté exaltada por el sueño y me cubrí la boca sollozando de dolor, cada vez las pesadillas eran peores y no sabía cómo hacer que se detuvieran, me aterraba el hecho de ver todo de forma tan vivida.
Sentí mis manos comenzar a temblar y mi respiración volverse entrecortada. Me llevé una mano al pecho tratando de respirar tranquilamente otra vez.
—Uno, dos, tres, cuatro —comencé a tomar aire para regular mi respiración de a pocos—. Cinco, seis, siete, ocho... Nueve y diez.
Repetí lo mismo una y otra vez, inhalaba cuatro segundos, retenía el aire otros cuatro y exhalaba dos segundos. Me tranquilicé cuando sentí el aire llenar mis pulmones con la misma facilidad de antes.
Me levanté y comencé a pasar las manos por los muebles. Me detuve al sentir la forma de un medallon así que tomé la cadena con una mano y luego lo abrí.