Bienvenida a Derry // Richie Tozier [✔️]

Temp 3 - Cap 07

Richie Tozier // Julio 30, 1991

Ya llevaba dos días de haber vuelto a Derry del viaje con mis padres en el cual no pude decir que no si no quería ser castigado por meses.

Durante esos días notaba a Jan algo nerviosa, incluso podía decir ansiosa pero no sabía el por qué ya que no me había contado nada.

—¿En qué piensas? —Me miró ya qué estaba acostado en su cama y ella estaba sentada.

—Es que... Te he querido contar algo pero no sé cómo —Me senté para quedar a su lado ladeando la cabeza.

—Puedes decirme todo preciosa —Coloqué una mano en su mejilla derecha y ella apretó los labios mientras se recostaba en mi mano—. ¿Qué ocurre?

—Hace algunas semanas fui a la academia de arte para verla y tomar una decisión, —Comencé a entender el rumbo de la conversación y sentí mi estómago ponerse pesado—. Yo... Yo decidí ir.

Sentí mi mundo caerse poco a poco, no quería dejar que se fuera pero eso la iba a hacer feliz, le entusiasmada y sabía todo el potencial que ella tenía.

—Adelante, ve y cumple tus sueños preciosa, yo te apoyo —Sentí una lagrima caer por mi mejilla y la abracé con fuerza.

La escuché comenzar a sollozar y me apretó la camisa en medio del abrazo y más lagrimas salieron de mis ojos. No quería que se fuera, quería que se quedara a mi lado pero eso sería egoísta.

—Tranquila, no te vas a librar de mí porque te voy a escribir cartas de a montón, te llamaré porque necesitaré saber cómo estás —aseguré pasándole una mano por el cabello.

Se separó de mí un momento y pude notar sus mejillas empapadas por las lágrimas las cuales intenté limpiar sonriéndole levemente.

—Ya te lo he dicho hermosa, no te vas a poder librar de mí y yo no te pienso olvidar porque estás enterrada en mi corazón —Más lagrimas bajaron de sus mejillas y yo besé su frente luego de apartar su fleco.

Sentí otra lagrima bajar por mi mejilla y una vez más la abracé con fuerza.

—Sé que he podido ser un idiota, pero en mi mente siempre has estado tú desde el día en que te conocí y así seguirá siendo hasta el día en que me muera —aseguré dejando varios besos en su coronilla—. Te amo preciosa, que nunca se te olvide eso.

Apretó más sus brazos a mi alrededor mientras sollozaba, no podía hablar, y no necesitaba que dijera nada.

Tenía claro que no quería que se fuera, había pensado varias veces en irnos los dos del pueblo. Pero si ella tenía la oportunidad de irse y poder estudiar algo que la apasionaba no iba a impedirselo.