Buscame 3

169 19 10
                                    

El calor y el verde que comenzaba a rodear la escuela hacían pensar ya en el inicio del verano.

Mientras miraba con fijeza la luz que se colaba por las vidrieras, Candy pensaba en que, si hubiera llegado en una estación más agradable todo habría sido diferente. Entre todo aquel verde, hasta el rostro de piedra de la hermana Gray le parecía un poco más dulce

A la hora del recreo las muchachas se reunían a la sombra de los árboles y el aire se llenaba de voces dicharacheras y risas. El tema de conversación siempre era el mismo los chicos. De hecho, como siempre solía ocurrir el festival de mayo había hecho florecer algunos nuevos amores.
—¿Qué estarán tramando esas tres? Últimamente están siempre juntas—comentó Elisa lanzando una mirada hacia el jardin interior aledaño al bosque. A la sombra de un árbol enorme de follaje verde intenso Candy Patty y Annic reían alegremente.
—Mira Louisa, con esas dos ingratas, Patty parece otra huérfana más ¿Cómo, si puede sentirte a gusto al lado de gente que ha crecido en un sucio orfanato?
—Seguro que quieren crear un club de niños abandonados—respondió Louise-Si siguen así , esas estudiantes de pacotilla conseguirán darle muy mala fama al prestigioso Royal Saint-Paul—Eliza hablaba en voz alta, con intención más que evidente de hacerse oir por encima del resto.

Desde el árbol Candy, ladeó el rostro—¿Qué necesidad tiene de gritar tanto siempre? Se la escucha por todas partes—susurró

—Desde luego—le dio la razón Annie, Candy se sentia feliz por la sonrisa de su amiga.

«Annie... Ahora eres más fuerte que nunca. Estas deslumbrante , te sienta bien tener al lado a alguien que quieres tanto, —pensó Candy.
Inmediatamente volvió a su memoria el baile del festival de Mayo. Albert... durante algunos instantes, en el salon, Candy había estado segura de que Albert se acordaba de ella. Pero no habían sido más que eso: instantes fugaces y etéreos que habían desaparecido como telarañas arrastradas por el viento. Y ella, que era una persona muy honesta, empezó a dudar de todo.
Tal vez su encuentro con su príncipe no había sido más que un sueño. Tal vez se había enamorado de su fotografía y se había imaginado los acontecimientos que siguieron a la partida de Annie. Tal vez se había quedado dormida sola en el huerto de manzanos y todo había sido la ilusión solitaria y desesperada de una jovencita huérfana que nunca se había sentido amada.
Era posible.
Cuando todo el mundo cree una cosa y tú eres el único que piensa de otro modo, la tentación de integrarte en el grupo es enorme. Lo único que Candy tenía que hacer era olvidar, negar, suprimir. Y volvería a ser una persona como las demás.
Pero ella era demasiado fuerte para rendirse. Cuando vio la confusión en la cara de Albert mientras estaban bailando y se dio cuenta de que su mente no le permitía recordar, Candy lo dejó ir. La preocupaba lo que un súbito reconocimiento podía provocar en él y el temor a que su cerebro estallara, decidió a no decir nada.
Ella era una buena persona. Y a veces la bondad no cuenta todo lo que sabe. A veces, la bondad espera el momento adecuado y aguanta como puede hasta entonces.
Albert no era el príncipe del que se había enamorado en la Colina y la con el que había tenido unos sublimes besos en el huerto de manzanos. Era fácil darse cuenta de que a El le pasaba algo. No era una persona sombría o deprimida; era un ser perturbado.
Habría hecho cualquier cosa por Albert, el hombre con el que había pasado una noche en el bosque, si él le hubiera dado el más mínimo indicio de que la quería. Habría descendido a los Infiernos y lo habría buscado por todos sus círculos hasta encontrarlo. Habría atravesado con él las puertas y lo habría traído de vuelta, arrastrándolo. Si Albert hubiera sido Frodo, Candy habría sido su Sam y lo habría seguido hasta las entrañas del Monte del Destino.
Pero Albert ya no era más su Príncipe de la Colina. Éste estaba muerto. Había desaparecido dejando tras de sí sólo vestigios en el cuerpo de un clon torturado y cruel. Albert había estado a punto de romperle el corazón una vez más y Candy no iba a permitir que volviera a hacerlo.
Antes de irse de vacaciones a Escocia y conocer el castillo de Terry y pasear con ese grupo perturbado que tenía por familia tenía que poner un punto final.

BertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora