Capítulo 11

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You Can Run - Adam James

Alexei

Su cuerpo se tensó cuando le pedí que se quedará conmigo esa noche.

No supe porque habían salido esas palabras de mi boca.

Supuse que lo hice para que ella no intentara huir.

Estaba enfadado con ella por irrumpir en mi oficina con ese maldito pastelillo que no aceptaría solo porque ella quería que lo hiciera.

No me importaba ser un cabrón maleducado con Helena y echarla de la oficina.

No le debía nada porque no se lo había pedido.

Evitaba mencionar mi cumpleaños y tenía que olvidarme de ese día.

Helena no tendría por qué haber venido a la oficina y obligarme a celebrarlo.

Pero, a regañadientes, me di cuenta que Helena no tenía intención de hacerme enfadar.

Hasta me pareció un gesto adorable de Helena molestarse en traerme ese pastelillo.

Deje que hiciera lo que quisiera por un día.

Parecía ser una mujer distinta.

Una que desconocía que existía en ella.

No se parecía en nada a la mujer que siempre estaba a la defensiva y lanzando comentarios de listilla para salirse con la suya.

Por primera vez, la vi sonreír genuinamente.

No pensé en la traición de Alik y Vanessa después de todos estos años.

No podía dejar de mirar el brillo en los ojos de Helena.

Helena no debía acostumbrarse a mi amabilidad porque no bajaría la guardia.

Tal vez lo de llevarme el pastelillo lo hizo de manera desinteresada.

Pero Helena pensaba que, si intentaba persuadirme, me tendría comiendo de su mano.

Y no dudaría en volver a escapar cuando menos me lo esperase.

La presencia de Helena en mi vida me hacía sentirme extraño.

Como nunca antes me había sentido con una mujer.

Cuando desperté a la mañana siguiente, posterior a mi cumpleaños.

Me percaté que Helena no durmió en toda la noche.

No supe si me temía y pensaba que me aprovecharía de ella mientras dormía.

¿Por qué siquiera pensaría en hacer tal cosa?

No era un maldito enfermo violador.

Me pregunte qué era lo que le había sucedido en el pasado para que pudiera pensar en la posibilidad de que me aprovechará mientras ella dormía.

¿Planeaba escapar esa noche?

¿Arruine su plan de escabullirse en mitad de la noche después de ganarse mi confianza?

Por esas actitudes sospechosas, no debía dejarla volver a su habitación. Si ella volvía a encontrarse a solas en su alcoba lo lograría y no me daría cuenta de que ella ya no estaba en la mansión hasta la mañana siguiente.

Y esta vez conocería las consecuencias.

Sabría porque soy el hombre más temible de Rusia.

No sería bueno con ella.

No está vez.

Helena no estuvo de acuerdo en mudarse a mi habitación.

Yo tampoco estaba feliz.

Amor MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora