12 de Julio de 1994
Clemence, consumida por la ira y la violencia, se encontraba en un estado de furia incontrolable. Sus ojos ardían con una intensidad temible mientras caminaba por los oscuros pasillos de su mansión. Cada paso que daba parecía resonar con una determinación despiadada. La joven Scott no podía contener más la tormenta que ardía en su interior. Su mente se nublo y sucumbió ante la oscuridad que la consumía. En un acto impulsivo, decidió tomar represalias y buscar justicia por la muerte de la madre de Markel. Se lo debía después de todo.
En un rincón oscuro de la mansión, Georgina se detuvo y tomó un momento para respirar. Su corazón latía con fuerza, alimentado por una mezcla tóxica de odio y venganza. Miró a su alrededor, observando las obras de arte valiosas y los objetos lujosos que decoraban su hogar. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras su mente maquinaba el próximo acto de violencia.
Clemence se adentró en su estudio personal, donde guardaba sus secretos más oscuros. Se acercó a un cofre antiguo para abrirlo con cuidado. De él sacó un arma, símbolo de su poder y de su disposición para usar la violencia para lograr sus fines.
Con el arma en mano, la joven sintió una extraña mezcla de satisfacción y desesperación. Sabía que sus actos violentos le traerían consecuencias, pero en ese momento, nada le importava. Su mente estaba nublada por el deseo de venganza, de hacer pagar a aquellos que antes habían hecho daño.
Mientras avanzaba por la mansión, los pensamientos de Clemence se volvieron cada vez más oscuros y retorcidos. Planeaba su próximo movimiento con precisión, calculando cómo infligir el mayor daño posible a aquellos que consideraba sus enemigos.
Con su rostro impasible y los ojos fríos como el acero, Clemence se adentra en las sombras de la noche para buscar a Rodrigo. Sus pasos son sigilosos, su mente enfocada en el objetivo que se le ha asignado. No hay espacio para la duda ni la vacilación.
Sin emabargo la oportunidad se presenta cuando se encuentra con Lildia Scott, su prima y única hija de Rodrigo Scott. La visión de Lildia, inocente y ajena a los oscuros secretos de su familia, despierta en Georgina una furia incontrolable. Ve en ella la representación de todo lo que le arrebataron a Miranda y de la injusticia que reinó en su vida.
-Buenas noches, Clé Clé.- le saluda Lildia con una sonrisa.
-Buenas noches.- responde Clemence con indiferencia.
-¿Qué haces afuera? Ya es muy tarde.
-Lo sé, quería salir al bosque. ¿Quisieras acompañarme?
-Por supuesto, no puedo permitir que salgas sola.
Ambas mujeres emprendieron camino para salir de los límites que marcaban el inicio de su secreta comunidad. Clemence se encargó de guiar la caminata hasta el lugar más lejano y escuro del bosque, dónde la mujer podría llevar a cabo su malévolo plan. Mientras tanto, Lildia mantenía una conversación donde Geo apenas daba respuestas.
-¿Qué te sucede? Te veo diferente- cuestionó Lildia.
Clemence observó a su prima con una mirada escalofriante y una sonrisa que le heló la sangre al instante.
-Lildia, tú no entenderías. Hay cosas que han sucedido, secretos oscuros que he descubierto. No puedo seguir ignorándolos, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras la injusticia reina.
-Pero, Clemence, la violencia no es la respuesta.- insistió Lildia- No importa lo grave que sea la situación, no puedes dejarte llevar por el odio. Hay otras formas de enfrentar los problemas, de buscar la justicia.
-¿Justicia? ¿Crees que existe justicia en este mundo? He visto cómo los poderosos se salen con la suya, cómo las familias dominantes aplastan a las débiles sin remordimiento. Ya no puedo quedarme de brazos cruzados mientras el sufrimiento se perpetúa.
-Entiendo tu frustración, Georgina, pero recuerda quién eres. No te conviertas en lo que tanto repudias.
Lildia retrocedía con cada palabra que salía de ella, convencida de que acompañar a su prima no había sido una buena decisión.
-Lildia, no entiendes lo que me han hecho, lo que han hecho a quienes amo.
-Georgina, te ruego que reconsideres.- suplicó Lildia con una voz entrecortada- No te dejes llevar por la oscuridad, porque una vez que cruzas esa línea, no hay vuelta atrás. Hay esperanza y hay bondad en este mundo, no permitas que se pierda en tu búsqueda de venganza.
-Me duele hacer esto, pero no puedo permitir que nadie más sufra. Lamento que te hayas cruzado en mi camino, porque el culpable es tu padre no tú. Sin embargo, él también asesinó a una mujer.
Y sin pensarlo dos veces, Clemence se abalanzó sobre Lildia, empujándola contra el tronco de un árbol con una violencia desmedida. Sus manos se conviertieron en garras sedientas de venganza mientras la tomaba del cuello, aplastando cualquier rastro de compasión que pudiera quedar en su interior. El miedo se reflejaba en los ojos de Lildia, incapaz de comprender el motivo de semejante agresión.
Las palabras de Georgina, cargadas de ira y desesperación, resonaban en el aire. Le culpaba a Lildia por ser hija de la misma sangre que habia causado tanto sufrimiento. La acusa de la muerte de la madre de Markel, como si Lildia fuera responsable de los pecados de su padre.
El dolor y el miedo invadieron a Lildia mientras intenta luchar por su vida. Sus manos se aferraron a las muñecas de Clemence, tratando de liberarse de su agarre. Pero el poder y la furia desatados en Geo eran demasiado intensos, y la violencia persistió sin piedad.
El mundo pareció detenerse en ese momento, y solo se escuchaba el sonido de los jadeos entrecortados y los gritos sofocados. Georgina estaba cegada por la venganza, por el deseo de hacer pagar a aquellos que le han causado tanto dolor. La línea entre la justicia y la crueldad se desvaneció en su mente confundida.
Finalmente, la jóven se detuvo con la respiración agitada y el rostro cubierto de una mezcla de rabia y arrepentimiento. Miró a Lildia, quien yacia en el suelo, temblando y herida. Un destello de humanidad atravesó los ojos de Georgina, pero ya era demasiado tarde para rectificar lo que había hecho.
ESTÁS LEYENDO
Los círculos de clemencia
Misterio / Suspenso⚠️ CONTENIDO EXPLÍCITO ⚠️ ¿Qué tanto estás dispuesto a ofrecer para obtener poder?