Capítulo XXV: La distancia.

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5 de Agosto de 1994

Con el paso de los días, Clemence se encariñó cada vez más con su madre, Georgia. A medida que compartieron momentos juntas y se adentraron en conversaciones íntimas, la conexión entre ellas se fortaleció. Le gustaba saber que alguien estaba a su lado cuando la necesitará, había pasado los últimos veinte años junto a una familia que limitaba su afecto a un saludo.

La joven descubrió en Georgia a una mujer sabia, poderosa y llena de conocimientos ancestrales. Admiró profundamente la destreza de su madre en el arte del vudú y la alquimia. Cada consejo, cada enseñanza que Georgia compartió con ella se convirtió en una joya invaluable.

A medida que Georgina conoció más sobre su madre y su pasado, también descubrió rasgos en común entre ambas. La determinación, la ambición y el deseo de trascender eran cualidades que compartían, y eso las acercó aún más.

En las conversaciones nocturnas y las caminatas por las calles de Nueva Orleans, Georgina y Georgia se abrieron mutuamente sus corazones. Compartieron risas, lágrimas y confidencias, creando un vínculo único y especial. Poco a poco, Clemence se sintió protegida y comprendida por su madre, encontrando en ella el apoyo emocional que tanto anhelaba.

Con el tiempo, la confianza creció y Georgina se permitió ser vulnerable frente a Georgia. Le reveló sus miedos, sus inseguridades y sus ambiciones desmedidas. A cambio, recibió consuelo, palabras de aliento y consejos sabios que solo una madre puede brindar.

El encariñamiento de Georgina hacia su madre se manifestaba en gestos sutiles pero significativos. Un abrazo cálido y prolongado, una sonrisa genuina que iluminaba su rostro al ver a Georgia y la gratitud que se reflejaba en sus ojos cada vez que su madre compartía su sabiduría.

Si bien, la mayoría de sus secretos estaban expuestos. Georgia aún escondía muchas respuestas a las preguntas que su hija le hacía. Su acercamiento a los Scott, la historia detrás de Miranda, el porqué la habían alejado... Preguntas que Clemence estaba dispuesta a responder, aquella tarde no sería la excepción para intentar descubrir la verdad.

-Madre, ¿Podemos hablar de mi familia?- pregunto Clemence.

-Mi Geo, ¿Qué más quieres saber?- cuestionó su madre dejando a un lado un libro que antes hojeaba- ¿No te es suficiente todo lo que te he revelado?

Pero la joven negó con la cabeza. Georgia suspiró finalmente, sabía que no podía seguir ocultando el pasado.

-¿Qué quieres saber?

-Todo.- contesto Clemence.

-Hija, mi llegada a los Scott fue como la de cualquier sirvienta. Fui recomendada por el Duque Froilán Koenigswater. Era muy joven, tenía catorce años. Comencé mi vida laboral desde muy pequeña como bien sabes tu. Llegué a aquel pequeño poblado que jamás imaginé que existiera en el mundo, me llevaron a la mansión de los Scott y comencé con mi trabajo. Con el paso del tiempo deje de ser solo la niña que limpiaba, me convertí en un miembro más, alguien querida. Victoria disfrutaba de mi presencia, le gustaba que le leyera las cartas.

-¿Y Miranda?

-Llegue en el año perfecto. La conocí tan solo dos días después. Miranda era una niña en el cuerpo de una mujer, llevando responsabilidades de mujer. Victoria se encargó de ponerme al tanto de la situación de su hermana, ella sentía lastima por la niña, ambas habían sido entregadas a hombres mayores.- relataba Georgia- Rodrigo no dejaba que Miranda visitará cualquier otro lugar que no fuera el palacio de los Belrose. Apuesto que jamás espero que su esposa encontrará un escape dentro de su propio palacio. Victoria me llevaba a las reuniones celebradas con sus hermanos, me trataban como una atracción de circo. En esas mismas reuniones fui testigo de las miradas entre Alexis y Miranda, sus caricias por debajo de la mesa y sus pequeñas perdidas a alguna de las habitaciones del palacio. Miranda encontró un cariño diferente, quizá sentía que Alexis era el único al que realmente le importaba, quien la amaba por su personalidad y no por su innegable belleza. Lastima, la jovencita había quedado embarazada y la retorcida pareja se acercó a mi en búsqueda de una solución. No pude hacer más que asegurarles que su hijo iba a nacer con bien, pero el pecado sería irreversible. Miranda murió a manos de Rodrigo y Victoria se encargó de cuidar de su hijo.

-Traicionaste a Victoria. Ella era tu amiga.- la interrumpió Clemence.

-Te equivocas, yo no era su amiga.- aclaró Georgia- Si Victoria quiso considerarme así, no tengo problema. Pero para mí, no era mi amiga. Adam cayó como muestra de su debilidad. Hija, yo lo quería todo, sabía que tenía las cualidades para conseguirlo. Adam y yo estuvimos juntos una vez, una sola vez. Pero me basto para quedar embarazada.

-Ese era el objetivo.

-Claro. Adam también me amó a mí, pero ese amor jamás pudo igualarse con el que sentía hacía Victoria. Esa una ocasión estuvo cargada de emociones, culpas y arrepentimientos. Luché porque me dejaran tenerte y nueve meses después ya estabas aquí. Georgina, tú naciste para gobernar, eres una verdadera Scott, más Scott que Adam, más que todos.

-¿Por eso me dejaste con ellos?

-No podía permitir que te quitarán lo que te pertenece, no puedo permitirlo. Sin emabargo, Adam quería que el tratado dónde desaparecian las artes oscuras continuará cumpliéndose y sabía que conmigo a tu lado eso no sería posible. Por eso tuve que irme, amenazaron con atentar contra mi vida. Cuatro años después tu hermano me buscó, inicié a Franco y a Arán con una condición. Tú te convertirías en líder de los Scott a toda costa, no puedo evitar que Adam sea quién gobierne en las cuatro familias, pero al menos puedo asegurarte que tú tendrás un cargo igual de importante.

-Todo este tiempo, siempre te mantuviste cerca de mí.

-Asi es mí hermosa princesa. Todo lo he hecho por tí.

A pesar de la distancia física, Clemence sabía que el vínculo entre ellas era fuerte. Su madre siempre había sido su guía. Había sacrificado tanto para asegurarse de que Georgina tuviera las mejores oportunidades, incluso a expensas de su propia felicidad y comodidad.

Con cada recuerdo, un sentimiento abrumador de gratitud se apoderaba de la jóven. Agradecía a su madre por los sacrificios silenciosos que había hecho para asegurarse de que tuviera una vida mejor. Quería que su madre supiera cuánto significaba para ella, cuánto apreciaba todo lo que había hecho y seguía haciendo.

Los círculos de clemenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora