Minho
No tengo noticias de Han desde hace un día, luego dos días, luego tres días.
Cuando el miércoles llego a casa después de salir del instituto, está nevando. Las calles están cubiertas de blanco y he tenido que parar a limpiar a Leroy media docena de veces. Mi madre está en su despacho y le pregunto si me presta el coche.
Le cuesta un momento encontrar la voz necesaria para responderme.
—¿A dónde quieres ir?
—A casa de Jaehyun.
Jaehyun vive al otro lado de la ciudad. Me sorprende la facilidad con que me brotan las palabras de la boca. Me comporto como si el hecho de preguntarle si me deja el coche, cuando llevo un año sin conducir, no fuera nada excepcional, pero mi madre se ha quedado mirándome fijamente. Y sigue mirándome fijamente cuando me entrega las llaves y me acompaña hasta la puerta y me sigue por la acera. Y entonces veo que no solo me mira fijamente, sino que además está llorando.
—Lo siento —dice, secándose los ojos—. Min, ve con cuidado…
Balbucea, pero se la ve feliz, lo que solo sirve para que me sienta peor por estar mintiéndole. La abrazo antes de subir al coche y sentarme al volante. Le digo adiós con la mano, sonrío, pongo el motor en marcha y digo en voz alta:
—Todo bien.
Arranco lentamente, sin dejar de decir adiós ni de sonreír, pero preguntándome qué demonios pienso que estoy haciendo.
Al principio me noto tembloroso, puesto que hace mucho tiempo que no conduzco y no estaba seguro de ser capaz de volver a hacerlo. Avanzo a sacudidas porque no paro de tocar el freno. Pero entonces recuerdo a Maggie a mi lado, enseñándome. «Ahora ya puedes llevarme a cualquier sitio, hermanito. Serás mi chófer. Yo me sentaré atrás, me pondré cómoda y disfrutaré del paisaje».
Vuelvo la cabeza hacia el asiento del acompañante y casi puedo verla, sonriéndome, sin siquiera mirar la carretera, como si no necesitara hacerlo porque confía en que yo sé lo que me hago sin su ayuda. La veo apoyada contra la puerta, las piernas recogidas y las rodillas bajo la barbilla, riendo de alguna cosa, o cantando al ritmo de la música. Casi puedo oírla.
Cuando llego al barrio de Jisung, conduzco ya sin contratiempos, como si llevara años haciéndolo. Frente a su casa se encuentra el coche de su madre con algunas cajas en él. Miro con confusión. Me abre la puerta una mujer, que debe de ser su madre porque tiene los mismos de Han, y sus mismas grandes mejillas. Resulta extraño pensar que, después de todo este tiempo, no la conozco hasta ahora.
Le tiendo la mano y digo:
—Soy Minho. Encantado de conocerla. Vengo a ver a Jisung —se me ocurre que es posible que no haya oído hablar de mí, de manera que añado—: Lee Minho.
Me estrecha la mano y dice:
—Por supuesto. Minho. Sí. Debería haber vuelto ya del instituto —«no sabe que está expulsado». Va vestida con traje de chaqueta y medias, pero va descalza. Tiene una belleza descolorida, gastada—. Pasa. Justo acabo de llegar a casa.
Su bolso está encima de la mesa del desayuno junto con las llaves del coche, los zapatos descansan en el suelo.
—Agua, zumo, refresco— mientras ella se sirve una copa de vino de una botella ya abierta que saca de la nevera. Le digo que agua está bien y me pregunta si quiero hielo o no. Le digo que sin hielo, por mucho que la prefiera fría.
Sale Hyunjin de una habitación con bolsas y cajas.
—Hola, Minho.
—Hola, Hyunjin. ¿Ya te mudarás?
![](https://img.wattpad.com/cover/339926522-288-k921562.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El mundo nos destruye a todos | minsung
Teen FictionJisung está roto. Minho está roto. ¿Pueden dos mitades rotas reconstruirse? Esta es la historia de un chico que aprende a vivir de otro chico que pretende morir; de dos jóvenes que se encuentran y dejan de contar los días para empezar a vivirlos. [ᴀ...