Estúpidos amigos

139 20 7
                                    

Minho

Sábado por la noche. En casa de Giselle.

Voy hasta allí andando porque está solo a tres manzanas. Dice Giselle que seremos unos cuantos. Giselle era una de mis amigas más cercanas, pero desde abril me he alejado de ella. Como he dejado lo de ser el delegado, tenemos muy poco en común. Me pregunto si alguna vez lo tuvimos.

Cometo el error de mencionar a mis padres que pensé en salir de la casa y es por ello que tengo que ir.

Giselle está haciendo un esfuerzo y tú también deberías hacerlo, Minho. No puedes utilizar eternamente la muerte de tu hermana a modo de excusa. Tienes que volver a vivir.

Lo de «no estoy preparado» ya no funciona con mis padres.

Cuando cruzo el jardín de los Wyatt y doblo la esquina, oigo los sonidos de la fiesta.

La casa de Giselle está iluminada como si fuese Navidad. La gente se asoma por las ventanas. Están en el césped. El padre de Giselle es propietario de una cadena de licorerías, una de las razones por las que ella es tan popular. Eso, y el hecho de que se abre de piernas.
Espero en la calle, me siento como una alumna de primaria. Maggie se reiría de mí y me empujaría para que siguiera andando. Ella ya estaría dentro. Me enfado con ella solo de imaginármelo.

Me obligo a entrar. Alguien me entrega un vaso de plástico de color rojo.

—La cerveza está en el sótano —grita.
Vernon se ha apoderado de la cocina junto con otros jugadores de béisbol y de fútbol.

—¿Te acostaste con ella? —le pregunta Vernon a un chico

—No.

—¿Ni siquiera un beso?

—No.

—Esto tiene que ser una broma.

Bajo al sótano. Giselle está con un chico que holgazaneando en un sofá. Veo a muchos chicos desparramados por el suelo jugando a algo relacionado con beber alcohol. Las chicas bailan a su alrededor, incluyendo las trillizas y Kim Seungmin, que es amigo de Han. Hay parejas besándose y tocándose.

Giselle me saluda levantando su vaso de cerveza.

—Dios mío, hay que hacerte urgentemente algo con ese pelo. —Se refiere al flequillo que yo mismo me he cortado—. ¿Y por qué sigues llevando estas gafas?
Imagino que lo haces para recordar a tu hermana, pero ¿no tenía, por ejemplo, un jersey genial que pudieras ponerte, en vez de eso?

Dejo el vaso que me han dado y frunzo el ceño.

—Me duele el estómago. Creo que me voy a casa —digo.

El chico me mira con sus grandes ojos azules.

—¿Es verdad eso de que salvaste a Han Jisung de lanzarse desde aquella cornisa?

—Sí —digo, pensando al mismo tiempo «Dios mío, quiero que pase este día».

Giselle mira al chico.

—Ya te dije que era verdad. —Me mira entonces con cara de exasperación—.
Siempre hace cosas de este estilo. Lo conozco desde la guardería, creo, y cada vez es más raro.

El chico recoge una bebida.

—Yo lo conozco aún mejor. —Su voz se vuelve morbosa. Giselle le da un golpe en el brazo y él se lo devuelve. Cuando han terminado con el jueguecito, el chico continúa—: Nos liamos en segundo. Tal vez sea raro, pero debo decir a su favor que es un chico que sabe lo que se hace. —Su tono se vuelve más morboso si cabe—. A diferencia de la mayoría de imbéciles aburridos que ronda por aquí.

El mundo nos destruye a todos | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora