Otro día sin dormir

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Jisung

[Capítulo corto]

Me acerco a la ventana y lo veo montarse en la bici. Después, me siento en el suelo de la ducha y dejo que el agua me aporree la cabeza durante más de veinte minutos. Ni siquiera puedo mirarme al espejo.

Enciendo el ordenador porque es una conexión con el mundo, y tal vez sea lo que necesite en este momento. El brillo de la pantalla me molesta en los ojos y bajo la intensidad hasta que imágenes y letras se convierten casi en sombras. Así está mejor.

Entro en Facebook, algo que nos pertenece solo a Minho y a mí. Voy al inicio de nuestra cadena de mensajes y leo, pero las palabras no tienen sentido a menos que me sujete la cabeza entre las manos y las repita en voz alta. Incluso así, se me escapan en cuanto las pronuncio.

Intento leer la versión que descargué de Las olas, y viendo que la cosa no mejora, pienso: «Es el ordenador. No yo». Y busco un libro normal y lo hojeo, pero las líneas bailan en la página como si intentaran rehuirme.

«Me mantendré despierto».

«No me dormiré».


Pienso en llamar por teléfono al terapeuta. Llego incluso a hurgar en el interior de la mochila hasta dar con su número y teclearlo en el teléfono. Pero acabo no pulsando la tecla de llamada.

Podría bajar y explicarle a mi madre cómo me siento —si es que estuviera en casa —, pero me diría que cogiese un ibuprofeno de su bolso y que tengo que relajarme y dejar de exaltarme, porque en esta casa lo de estar enfermo no existe a menos que puedas medirlo con un termómetro debajo de la lengua. Las cosas se ubican en dos categorías, blanco y negro: mal humor, mal carácter, pierdes el control, te sientes triste, te sientes abatido.

«Siempre has sido muy sensible,

Jisung. Desde que eras pequeño».

Lo que sucede cuando eres un Han es que el matrimonio muere. El amor muere. La gente desaparece.

Me calzo las zapatillas y paso junto a Hyunjin, que está en la cocina.

—Tu...amigo ha estado aquí, te buscaba —me dice.

—Debía de estar con los auriculares.

—¿Qué te ha pasado en la boca y en el ojo? Dime que no te lo ha hecho él —frunció el ceño mirando detalladamente mi rostro golpeado.


—Me he dado contra una puerta.

Me mira fijamente.

—¿Va todo bien?

—Sí. Estupendamente. Voy a correr.

Cuando regreso, el blanco del techo de la habitación me resulta demasiado luminoso, de modo que lo convierto en gris con lo que me queda de pintura.

Estoy blanco nuevamente, maldita sea.

Siento muchas cosas. Ira. Tristeza. Lo que tienen en común es que son negativos.

Cuando estoy con Lee no me siento de esta manera. ¿Por qué?

Cuando él está conmigo me siento liviano. Siento un calor agradable en la zona del pecho que... Me hace feliz. Siento todas mis emociones recorrer todo mi cuerpo y que a la vez están siendo alteradas de una hermosa forma.

Se siente bien.

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El mundo nos destruye a todos | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora