La semana siguiente

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Minho

Vuelvo al instituto imaginando que todo el mundo estará al corriente. Recorro los pasillos, abro la taquilla, me siento en el aula y espero que profesores y compañeros me lancen miradas de estar al corriente de todo o digan «El ex delegado que fue secuestrado por el chico al cual salvó».

La verdad es que es casi un alivio que no lo hagan.

Ea único que adivina que no fue así, es Seungmin. El día de mi regreso, nos sentamos juntos en la cafetería y, mientras picoteamos los burritos que un cocinero de Indiana ha intentado componer, me pregunta qué he hecho el fin de semana. Tengo la boca llena de burrito e intento decidir si tragármelo o escupirlo, razón por la cual no respondo al instante.

—Dios mío, te has acostado con él —dice entonces.

—Sabes perfectamente bien que Jisung no dirá ni una palabra a nadie. Es un caballero. Por si acaso estuvieras preguntándotelo.

Abre la lata de refresco y bebe la mitad de un solo trago.

Bien, la verdad es que había estado preguntándomelo. Al fin y al cabo, ha sido mi primera vez pero no la primera de él. Pero se trata de Jisung y confío en él, aunque nunca se sabe —los chicos hablan—, y a pesar de que el Día D no fue algo super exagerado y vulgar, me siento un poco sucio, y también más adulto.

Al salir de la cafetería, y básicamente para cambiar de tema, le cuento a Seungmin lo de mi nueva página y le pregunto si le gustaría colaborar.

Entorna los ojos, como si intentara discernir si le estoy tomando o no el pelo.

—Lo digo en serio. Aún quedan muchas cosas por definir, pero lo que tengo claro es que quiero que sea original.

Seungmin me sonríe y asiente.

—De acuerdo —dice, recuperando el aliento—. Me apunto.

Cuando veo a Jisung en clase de geografía de Estados Unidos, parece cansado, como si no hubiera dormido nada. Me siento a su lado, justo al otro extremo de donde se sientan Giselle, Vernon y Chan, y al salir tira de mí hacia debajo de la escalera y me besa como si le diera miedo que yo pudiera desaparecer. Lo prohibido de la situación hace que la corriente eléctrica me recorra con más fuerza si cabe, y deseo que el instituto termine ya de una vez por todas para no tener que volver aquí nunca más. Me digo que podríamos subir en su auto y poner rumbo hacia el oeste o el este, hacia el norte o el sur, hasta dejar muy atrás Indiana. Recorreríamos el país, luego el mundo, solo Han Jisung y yo.

Pero por ahora, por lo que queda de semana, solo nos vemos en el instituto y nos besamos debajo de la escalera o en rincones oscuros. Por las tardes, cada uno va por su lado. Y por las noches, hablamos a través del ordenador.

Jisung: ¿Algún cambio?.

Yo: Si te refieres a mis padres, no.

Jisung: ¿Qué probabilidades hay de que perdonen y olviden?.

La verdad es que las probabilidades no pintan muy bien. Pero no quiero decírselo porque está muy preocupado, y desde aquella noche hay, además, algo que lo envuelve, como si estuviera detrás de una cortina.

Yo: Solo necesitan tiempo.

Jisung: Odio esto de parecernos a Romeo y Julieta, pero quiero verte a solas. Sin estar rodeados por la población entera de Bartlett High.

Yo: Si vinieras y yo me largara a escondidas, o te dejara entrar a hurtadillas, me encerrarían en casa para toda la vida.

Pasamos una hora pensando en escenarios descabellados para poder vernos, entre los que destacan una falsa abducción alienígena, disparar la alarma de tornado de la ciudad y excavar un túnel subterráneo desde su zona de la ciudad a la mía.

El mundo nos destruye a todos | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora