Te odio

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-Te odio- le dije.

-Sabes que no- me respondió ella. Mirándome fija a los ojos.

-Si, te odio.

-Mirame a los ojos, ponte la mano en el pecho, y dime que me odias.

La mire a los ojos, puse mi mano en su pecho, pense por un momento lo que decía sentir. Y no pude, me lance a ella. Y la bese. La bese, junte sus labios y los míos, que parecía que habían sido hechos a medidas justas.

Ella me correspondió el beso, y puso su mano en mi cuello. Me subió a el lavadero en el baño, y se aparto.

-¿Me odias?

-Si.

-¿Por qué?

-Por que me haces sentir.

-¿Que?

-Muchas cosas.

Y ella fue quien me beso ahora.
Fue un beso que me dijo mucho.
Ella se aferro a mi cuerpo, como si nos estuviésemos ahogando y solo quedasemos nosotras dos en un mar amplio.

Me tomo de la nuca, y yo me apoye en el lavadero de mármol para no caerme.

Ella se hizo paso entre mis muslos, y yo la atraje hacía mi. Nos despegamos para buscar aire. Agh, maldito aire.

Y nos miramos, nos reímos. Y volvimos a besarnos, esta vez su lengua buscaba la mía, peleando por quien iba a ganar, y ella ganó. Siempre buscando ganar.

Una de sus manos acariciaba mi espalda, y ahora la otra mi mandíbula. Dejando leves trazos en ella.

Llevo sus manos hacía mi falda, la levanto, buscando donde adentrar su mano. Encontró, por que el camino de humedad era muy notable.

Besaba mi cuello, mientras sentía como acariciaba mi centro por fuera.
Me canse, tome su mano, me levante un poco, y empecé a saltar en sus dedos.

-Mmm, mierda, no los muevas- intentaba acostumbrarme a tres de ellos.

-Brinca.

-No.. aun no..

Y ella los movió.

-Mierda...- y sentí algo romperse dentro de mi.

-Espera.. ¿Eres virgen?

-Era.. Al parecer- dije entre suspiros- ya, muevelos.

Y mientras ella los movía lentamente, pude visualizar un poco de sangre en sus dedos. Pero no me importo, estaba muy extasiada para pensar en eso.

Daba pequeños saltos, y no podía contener mis gemidos. Pero qué estuviésemos en el baño del instituto no ayudaba.

Ella posiciono su dedo pulgar en mi clitoris, cosa que cuando saltaba sobre sus dos dedos mayores, el pulgar chocaba con mi hinchado clitoris.

En una de esas, sentí una corriente expandirse en mi vientre bajo, y sentir no poder aguantar más. Y me corri en sus dedos. Y ella llevó sus dedos hasta mi boca, y me hizo probarme.

-¿Me odias?

-Aun si.


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