Ladrona

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Tengo 21, en mis planos 20's.
Andaba una noche en un bar tomándome unos tragos para celebrar que se había acabado la semana de exámenes.

No andaba con grupo de amigas ni nada por el estilo por que soy de ese tipo de personas calladas y reservadas que tienen circulo cerrado pero aun así nunca dejan de vivir.

Ya mi reloj marcaba las 11:34 de la noche, y sentía una presión a mi izquierda hacia rato, pero no había querido mirar por qué no andaba en busca de mujeres.

Cuando me di el último sorbo de mi copa de vino, me decidí de al fin ver quien me miraba tan desenfrenadamente.

Al voltear, vi una mujer de pelo rojo y grandes ojos verdes, que por la distancia se veían más oscuros, pero seguro de cerca se verán mejor.
Sus ojos al yo voltear se conectaron con los míos, y ella se puso nerviosa, se dio un shot que tenia frente a ella y volteo hacia el hombre que tenía al lado.

Ahh.. andaba acompañada.

-Hey, Lucas..- llame al bartender.

- Dimelo Melody, todo bien?

-Si, pero una pregunta, esa chica de allá.. quien es?

-Ah, Elizabeth, hace rato la veo viéndote, pero por lo que se está casada y tiene una hija pequeña.

-Entiendo, gracias Luquin.

Me levante y fui al baño, veremos que tan hetero es.

Al cruzar la puerta del baño, con mi pelo negro hasta la cintura largo, mi pantalón de cuero, botas altas y blusa suelta escotada, cerré la puerta tras de mi para "retocarme" el labial rojo.

Y como lo supuse, ella entró después de mi.

Estaba "enfocada" en arreglarme mi labial, pero ella en el lavamanos no dejaba de mirarme.

-Le pasa algo señorita?- le pregunte.

-Ehh, no.. disculpa- respondió con un paisa marcado.

-No, tranquila, pregunto por qué no ha dejado de verme en toda la noche.

- Dios que pena, no acostumbro a eso, no se que me ha pasado. Que vergüenza de verdad..

Saque de mi cartera un papel y un lápiz. Escribí mi dirección y mi número.

Calle simón orozco, apartamento 623.
Melody Arias.

Y se lo pase.

- Por si quiere descubrí que le pasa conmigo- le sonreí y la deje sonsa en el baño.

Salí del baño, le pagué a Lucas y le di una cara de pocos amigos al marido.

7 días después, un domingo a las mismas 11:34.

Llamada entrante
Número desconocido.

Por alguna razón acepte la llamada, supuse sabía quien sería. Y yo no aceptaba llamadas desconocidas.

-Buenas noches..

-Buenas noches, quien me habla?

-Soy Elizabeth.. tal vez no me recuerdes soy la rubia del bar.

-Claro que si te recuerdo preciosa, tardaste en llamar.

-No sabia si hacerlo o no. De verdad que no te he dejado de pensar..
Mi esposo se fue de fin de semana de trabajo, estoy sola en casa.
Quieres venir a tomarte un vino?

-Carlos rossi o nada.

-Tengo uno ahí para ti.

-Mandame tu ubicación.

Y al colgar, inmediatamente me llegó una notificación con la ubicación.
Yo también estaba sola en casa, y tampoco había dejado de pensarla.

Pero ya iba en carro de camino a su casa.

Al llegar, toque tres veces a la puerta de una casa super acogedora, con un camino de piedras, y que olía a canela, pino y vino.

El olor era embobecedor.

Ella abrió la puerta con una mini pijama de satin roja.
Su cabello estaba muy salvaje, y sus ojos brillaban más que nunca.
Se veía, libre.

-Hola Elizabeth, buenas noches.

-Buenas noches Melody- su voz se escuchaba melancólica.

-Todo bien?

- Desde que te vi mi mundo se puso de cabeza, no se que tienen esos ojos cafés tuyos que me han vuelto loca.

Y entre a la casa, cerré la puerta tras de mi, y la bese.
Ella me correspondió el beso, y sus labios sabían a vino. Vino tinto

El beso era intenso, necesitado.
Como si nos conociéramos de toda la vida y nuestros labios se extrañaban.

Nos separamos por el aire..
Y maldito aire. Nunca lo odie tanto.

Ella me llevó hasta su cama, la acosté en la cama de espaldas, subí su blusa de pijama, y bese su espalda blanca.
Tenía muchos lunares cafés, y la verdad me estaba encantando esto.
Las luces eran tenues, el frío de noviembre hacia que el olor, la situación, el clima, y los besos fueran más intensos.

Bese todos sus lunares, pero lo que quería besar eran sus heridas.
Sus heridas del alma.
Lo que hacía que su voz sonará melancólica.
¿Lo que realmente necesitaba era sexo?

Y me despegue de su espalda y le indique que se sentará.

-¿Que quieres que suceda?

-Lo que tu quieras que suceda.

-No, depende de ti. Haré lo que tu quieras que haga. Es tu cuerpo

-Quiero que alguien me ame tan intensamente como yo amo.

Y sus ojos verdes se volvieron cristalinos con las lágrimas.

Y ahí me di cuenta que hay muchas almas solas en busca de su alma gemela, y muchos pares de ojos aguantando muchas lágrimas.
Y muchos matrimonios y noviazgos falsos.

Llamas de mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora