Besé la cabecita de cada uno de mis pequeños hijos, las mejillas de mi Azize se enrojecieron y Orhan arrugó la nariz, mientras que Akar me miraba coqueto ¿Que haré con este niño? Han pasado dos meses y sus expresiones son más que claras.
— Tomen a los niños. — les ordene a sus dayes
Sus dayes son mujeres preparas listas para morir defendiendo a sus príncipes para eso les pago ¿No? Me he vuelto muy protectora con ellos. Labor de madre supongo.
Caminamos por el harem y las chicas suspiraron de ternura al ver a los pequeños príncipes, iban vestidos iguales y se parecían demasiado que daban ternura.
No sé me confundan, Eran parecidos en físico pero en las actitudes, sentimientos no.
Camine hasta la habitación de melek sultán, su majestad aún no le otorgaba el título de sultán, pero ya era tratada como una, Eso le gustaba.
Ella se dió la vuelta mirándome y se iba a reverenciar, estaba amamantando al pequeño Hasan.
— No te levantes. — dije levantando mi mano
— Si viniste al burlarte de mi, alejate de aqui.— empezó a ponerse a la defensiva como siempre.
Me acerque hasta ella y coloque al principe en sus brazos en una posición más cómoda, mientras ella hablaba disparates, el principe se estaba ahogado.
— Calla Mujer. — dije mirándola fijamente — Solo vine a que mis príncipes conocieran a su hermano.
Ella se quedó en silencio, mientras acostaba a los príncipes junto al lado de Hasan, el cual había terminado de comer, ellos se miraron extrañados.
Orhan sedio su mirada hacia el frente, ignorando a su hermano por completo allah ¿Que haría con este niño?
Akar lo miro sonriente como diciéndole "ven, eres bienvenido hermano" eso me hizo suspirar de ternura.
Mientras que Azize se mantenía un poco lejos, tímido eso me hizo sonreí aún más. Mis niños se llevarían bien con su hermano, solo faltaba juntar a Orhan un poco más que con el.
Luego de un rato, las chicas tomaron a los niños y salieron, me acerque hasta ella y le dije.
— Escúchame bien. La guerra por el poder es entre tu y yo. — dije de manera tranquila. — ni se te ocurra tocar a uno de mis hijos, porque te quitaré al tuyo, así.
Dije tronando mis dedos..
— Puedes atacarme todo lo que quieras, se lo que quieres, el amor de ahmed y este puesto, pero mis niños no tienen nada que ver. — ella me miraba sería, pensativa. — No atacas a mis hijos, yo no atacó a los tuyos, ¿Estamos?
La mujer se quedó callada mirándome en silencio, y con los dientes apretando solo Asintió.
— Los niños se quedan afuera. — dijo
— Los niños se quedan afuera.— repeti
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