07. Refugio

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ELIZABETH

El cielo solo se pintaba de colores grisáceos, y eso no me iba a ayudar a superar el pequeño dolor que sentía en el pecho.

Confieso que otras ocasiones me hubiera gustado estar bajo ese cielo —aunque mi resfriado no estaría de acuerdo— pero en ese momento no quería ver hacia arriba, porque antes que cayera una gota sobre el suelo, yo ya tendría alguna en mis mejillas.

Ya habían pasado tres meses desde que ví a Axel, y no había vuelto a verlo desde entonces, por una parte lo prefería así, pero por otra tenía cierta necesidad de encontrarme con él.

Luego de unos minutos de caminar pude llegar a casa, y para mi suerte no estaba, así que sería otro día de paz.

Al llegar a mi habitación no puede evitar ver el pequeño libro de poesías que estaba sobre mi cama, al llegar hasta él suspiré y me animé a escribir.

Me senté en medio de la cama en posición de meditación, y pensé en las cosas que podría escribir, pero todas tenían que ver con Axel.

Y mis ánimos de escribir se esfumaron en un instante. Así que mejor me dirigí hacia abajo para comer algo.

Luego de unos minutos de soledad escuché como tocaban la puerta, estaba lloviendo muy fuerte, así que me dirigí con mucha prisa a la puerta.

Al abrirla, me llevé una sorpresa al ver el rostro empapado de Damien con sus labios que temblaban por el frío.

Me pregunté a mí misma porqué estaba tan empapado, al mirar hacia fuera noté que su auto no estaba, así que para aclarar mis dudas de una vez por todas decidí preguntarle.

—¿Dónde está tu auto?

—P-pues, se averió —en su voz se notaba que estaba muriendo de frío, pero mi curiosidad todavía no se había saciado.

—¿Pero porque no tomaste un taxi o algo? —crucé mis brazos sobre mi pecho.

—No había ninguno cerca.

—¿Y porqué no llamaste a algunos de tus amigos?

Él gruñó y acarició sus brazos en un inútil intento de encontrar calor.

—¡Demonios Elizabeth! ¡Ya deja de preguntar y déjame pasar!

Con su protesta abrí la puerta en su totalidad para darle espacio, al ver eso él entró muy rápido y fue directamente a su habitación.

—De nada —le grité mientras él subía las escaleras a toda velocidad.

Puse mis ojos en blanco y cerré la puerta. Para ser sincera Damien se veía muy chistoso al titubear por el frío.

Pero la sonrisa que se había formado en mi rostro desapareció casi al instante al ver los charcos de agua que había dejado Damien por todo su recorrido, en verdad estaba muy empapado.

Suspiré profundamente y busque un trapeador, en mi cabeza solo estaba un pensamiento: “Te odio Damien”.

Luego de haber terminado, unos minutos después, escuché como Damien bajaba las escaleras. Estaba vestido con un pantalón de pijama y una camiseta gris sin cuello con mangas color negro.

Lo mire desde el sofá, me di vuelta, coloque mis rodillas en éste, y lo mire con una sonrisa falsa.

—Sabes que eres un idiota ¿Cierto? —él me miro algo confundido y se sentó a mi lado.

—Ahora ¿Qué fue lo que hice? —sonrió sin separa sus labios.

—Pues... ¿Además de dejar, toda la casa mojada? — “Qué dramática” fue lo que pensé al decir toda la casa.

Try Again? © #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora