Capítulo 3. Depresión.

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Una semana después

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Una semana después.

Isabella.

Conseguí un departamento cerca del instituto. Estaba amoblado y me sentía realmente cómoda ahí, eran ya inicios de abril, he hablado a diario con mi familia. Ya me dieron el recorrido de las instalaciones, todas super llenas de miles de cosas, algunas nuevas para mí y otra ya familiares.

Las despensas, las máquinas, las aulas, todo, me habían ya dado mi horario de clases y todo lo que tenía que ver con mi estancia ahí.

Conocí a varios de los que serían mis compañeros, pero no interioricé tanto con ellos, siento que he puesto una barrera a todo, a conocer nuevas personas.

Normalmente siempre salgo, hago lo que tengo que hacer y regreso a casa. Hace dos días hicieron una fiesta de integración, pero ni siquiera ánimos de ir tenía.

Y ahí estaba yo, parada frente al espejo, me veía más delgada de lo normal, la verdad ni siquiera he comida las tres veces al día, vestida con la ropa más horrenda que tenía, había perdido hasta mi estilo de vestir, ya no delineaba mis ojos, ni tampoco lo maquillada como de costumbre, tenía ojeras marcadas, porque sí, no puedo lograr dormir más de cuatro horas, ya no uso mis camisetas de bandas, ni me he puesto mis botas favoritas. Mi cabello está más largo, pero ni siquiera tiene forma. He descuidado tantas cosas de mí y así había sido los últimos meses.

Querer salir corriendo sin destino era lo que más necesitaba, pero no pude hacerlo, solo me tiré en mi cama, me envolví en las cobijas y me quedé llorando, hasta quedarme dormida.

Dormir era no descansar, solo cerrar los ojos, recuerda cosas y despertar llorando. Y quería salir de ahí, de ese hondo agujero, pero no podía hacerlo. Maldita depresión. Se que me había prometido no quedarme derrumbada, pero ha sido tan difícil esto, todas estas situaciones.

Tom.

Han pasado días, ni siquiera sé cuántos, no he salido de la habitación más que para comer algo, no ha quedado ni una sola botella en casa, no he dormido y si acaso cierro los ojos solo puedo verla a ella.

Llorar no me servido de nada, ella no ha vuelto y sé que no lo hará. No he ido a trabajar, han llamado a casa y solo he dejado que suene y dejen mensajes.

Caet ha venido y la he sacado a la fuerza, no quiero ver a nadie.

Nadie que no sea ella.

No me he afeitado, no me he bañado, solo me he cambiado de ropa para seguir acostado, moribundo.

Escuché tocar el timbre de casa, una, otra vez.

El teléfono de casa sonó, igual, no contesté, dejaron un mensaje y se me heló toda la sangre.

-Papá, sé que estás en casa, he llamado muchas veces, pero tú no has contestado ¿estás bien? -su voz se quedó en silencio por algunos minutos y yo levanté el teléfono.

Solutions with Champagne (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora