CÁPITULO 8

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Me puse una gorra junto a unos lentes, realmente quería pasar desapercibida. El fin de mi vida estaba si mi papá me llegaba a ver manejando un Ferrari en Maranello, definitivamente.

Guardé la llave en mi bolsillo empezando a caminar con mis amigas, viendo tienda tras tienda. Las tiendas que habían en aquel pequeño centro eran caras y bastantes coquetas, por suerte contaba con dinero para aquello.

Era mediodía ya, bueno, era de tarde y nos encontrábamos almorzando. Al parecer nadie había sabido de mi existencia, nadie me observababa y eso se sentía bien.

-Aún no encontramos nada que nos guste –suspiro Martina pinchando sus pastas y llevándola a su boca.

-Encontré tres vestidos hermosos, creo que nada les gusta –rodó los ojos Emilia, comiendo su ensalada.

-Es que realmente no sé si es tan formal –murmuré agarrando mi pasta, estaba realmente buena.

-Pueden optar por un vestido semiformal, por ejemplo que no tenga brillos excesivos y que no sea largo –explicó Emilia y seguidamente nos mostró fotos de ejemplo en su celular.

Era buena idea. Cuando terminamos de comer allí, seguimos buscando hasta que finalmente encontré uno que me gustaba. Era por el muslo, tenía una manga larga y del otro lado era descubierto a partir del hombro, color negro ajustado al cuerpo, no tenía brillo pero la tela en sí misma era muy delicada. Me encantaba como me quedaba aquello.

Me observo por otros segundos frente al espejo y finalmente me lo quito. Aquel era mi vestido. No dudo en comprarlo. Martina también había encontrado el suyo por suerte y ahora era el turno de tacones. Elegí unos sencillos en color vino, que tenían un lazo en el tobillo, terminé comprando una cartera del mismo color y unos pendientes largos, según Emilia iban bien con mi vestido y finalmente una delicada pulsera para el brazo descubierto.

Al final terminamos comprando más cosas de las que realmente se supone íbamos a comprar. Asi que ahora llevaba varias bolsas y entre esas cosas había comprado unas hermosas texanas largas, talladas y en cuero, una chaqueta con flecos y un sombrero cowboy marrón. Sí, un completo disfraz de vaquera y pensaba ponérmelo en uno de estos tres días. Las veces que había dicho sobre esta vestimenta delante de mi papá, en pocas palabras, había dicho que parecía de alguien bastante ordinaria.

-Siempre quise vestirme de vaquera –dije riendo, mientras tomábamos un helado ya de camino al auto, estábamos agotadas pero felices.

-Estás de suerte, mamá me dijo que se puede montar a caballo –dijo Martina.

-¿En serio? –exclamé con emoción, volteando a ella quien asintió con una sonrisa.

Finalmente estábamos de regreso allí, habían algunas personas por los alrededores caminando mientras conversaban, incluso con una copa de vino en la mano. Ya se hacía la tarde y había una puesta de sol magnifica, pero debíamos de arreglarnos.

La cena era en exactamente tres horas y éramos tres mujeres para arreglarnos, teníamos una hora cada una...eso era poco tiempo.

Camino a mi habitación luego de que Martina y Emilia se quedaran en las suyas para organizar sus cosas, estábamos cerca. Mis labios se abren cuando de la puerta del costado de la mía sale Charles, iba vestido sencillo y pareciera que recién se había duchado.

-Brianna, ¿manejaste un Ferrari? –dijo alzando una ceja metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

-De hecho sí –asiento tomando la manija de mi puerta.

-Creo que no puedes hacer eso –me dijo detrás de mí. Me volteo poniendo una mano en mi cintura.

-Bueno, ya lo hice, ¿irás corriendo a contarle a Red Bull?

Bree; la hermana de Verstappen │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora