CÁPITULO 3

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Bloqueo mi celular luego de asegurarme que efectivamente iba en el camino correcto, había encontrado aquella florería en internet, se llamaba Narmino.

Agradecía que Mónaco no fuera grande, podía ir perfectamente caminando y de paso conocía la ciudad por mí misma. Me detengo frente a la dirección que marcaba mi celular y efectivamente, allí estaba la florería.

Me acerco a las flores que estaban afuera, todas eran demasiado hermosas, delicadas, simplemente perfectas.

Me adentro en aquel lugar, observando a mí alrededor, tenía una decoración perfecta, habían muchísimas flores y también plantas en macetas, macetas solas, decoración para jardines, herramientas para el mismo y algunas cosas para las plantas y la tierra.

-Hola –dije sonriente a una mujer que estaba anotando algo del otro lado del mostrador. Ella levantó la mirada a mí y me sonrió también.

-Buenas tardes cariño, ¿en qué puedo ayudarte?

-Mmh, sabes que quiero hacer un pequeño jardín en mi casa, pero no se cuales flores podría poner en esta época –dije observando a mi alrededor y luego volviendo la vista a ella.

-Claro, te puedo recomendar unas cuantas –asintió caminando hacia un estante así que fui con ella.- Mira, estas son flores pequeñas pero quedan muy bonitas en un jardín –dijo ella señalándolas. Estuvimos unos cuantos minutos allí mientras ellas me explicaba y yo la escuchaba con atención.

-Quiero dos de cada una –asentí indicándoles cuales era. Combinaban muy bien.

-Muy buena elección, cielo –sonrió empezando a empacar mis macetas con las plantas correspondientes.

Le entrego el dinero, guardando el vuelto y me agacho para recoger mis bolsas, solo eran dos.

-¡Pascale! Vienes cargada.

-Sí, Lorenzo no pudo venir por mí, tengo que llevar todas estas bolsas hasta el apartamento caminando, pero quería pasar a saludarte –esa mujer rió y yo me incorpore, dándome la vuelta y topándome de frente con ella, haciéndole voltear una maceta que llevaba en su mano.

Abrí mis ojos en grande viendo el montón de tierra esparcida en el piso y la maceta de porcelana completamente rota.

-Dios mío –dije dejando mis cosas rápidamente en el piso.- Discúlpeme por favor, no sabía que estaba tan cerca de mi yo...

-Cariño, no te preocupes –me dijo ella apoyando una mano sobre mi hombro.

-Señora, déjeme pagarle lo que le costó eso, de hecho puedo darle más dinero –dije metiendo mi mano rápidamente dentro de mi cartera, mis manos temblaban y me dolía el pecho, quería llorar.

-Oh no, claro que no, de verdad está bien –la señora negó rápidamente, agachándose a recoger los trozos de maceta. Me agache también rápidamente intentando juntar la tierra con mis manos.

-Te estás arruinando las manos cielo, deja que yo lo hago –dice la mujer de la tienda.- Mira, le doy casi todos los días flores a Pascale, créeme que esto es insignificante –ambas rieron, pero yo sentía que colapsaba.

-Estás agitada, ¿te encuentras bien? –Cuestionó la mujer rubia, Pascale, ayudándome a incorporarme, yo solo asentí.- Mira, para que te calmes y te quedes tranquila, puedes ayudarme a llevar estas compras a mi apartamento, eso es suficiente.

-Sí –dije sin pensarlo, por supuesto que haría eso. Miré a la señora que me había atendido y me acerqué a ella- Discúlpeme por este incidente, no fue mi intención, de verdad.

Bree; la hermana de Verstappen │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora