CAPÍTULO 18

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Sequé mi rostro caminando hacia aquel auto negro, viendo el tipo que me esperaba afuera, de pie. Realmente parecía mi guarda.

-Yo puedo –dije de mala gana abriendo la puerta antes de que él lo hiciera, metiéndome en el coche en la parte de atrás.

Mi mirada se calvó en la ventana y rápidamente la fijé en aquella florería cuando nos detuvimos frente a ella gracias a un semáforo.

-Detente por aquí, quiero comprar algunas cosas –dije.

-¿Qué cosas? –preguntó estacionándose en la cuadra siguiente.

-Algunas flores, lana y agujas, tampones, ¿quieres comprármelos tu? –pregunté irónicamente.

-No, pero la espero afuera del auto para asegurarme de que vaya efectivamente a esos lugares –bajé del auto cerrando la puerta con fuerza, me coloqué la gorra del abrigo y empecé a caminar.

Me detuve frente a aquella floristería y caminé otro poco, entrando a la mercería primero.

-Hola –dije a la chica que estaba detrás del mostrador.- Quiero agujas de tejer, lana y algunos botones.

-Claro, ¿qué colores?

-Rojo, amarillo, negro, blanco –murmuré observando a mi alrededor, habían muchísimos colores hermosos pero sin duda ahora quería aquellos.- Blancos y rojos los quiero dobles por favor.

Le agradecí a la chica cuando finalmente tengo mis cosas y salí de allí, observé hacia el auto y efectivamente aquel señor me observaba desde aquel lugar. Me detuve frente a la florería y finalmente entré. Había olor a alguna flor suave, se sentía bien.

-Cinna –dije apenas cuando la vi de espaldas. Ella se dio la vuelta con una gran sonrisa pero se borró.

-¿Brianna? –Se acercó a mí dándome un corto abrazo.- ¿Te encuentras bien? Pareces enferma –dijo ella, en un tono preocupado.

-No tengo mucho tiempo, solo quiero comprar algunas flores –dije apartando la mirada, me pondría a llorar. La puerta se abrió y yo caminé hasta unas flores que llamaron mi atención, eran las mismas que Charles había llevado a su papá.

-Cinna, buenas tardes hermana –miré por sobre mi hombro al escuchar la voz de Pascale, desde antes de Bahrain no la veía y la había extrañado. Me di la vuelta, encontrándome con su mirada y ella había tenido la misma reacción que su hermana.- Cariño...-susurró acercándose a mí y me abrazó fuerte, solté la bolsa que traía en mis manos y simplemente la abracé tan fuerte como pude.

No pude evitarlo y simplemente me dejé llorar sobre su hombro, Cinna acarició mi espalda. Presentía que Pascale se había dado cuenta de que yo estaba mal y quizás cualquiera lo notaba.

-Vamos a mi casa –me dijo ella separándose de mi, limpiando mi rostro. Me agaché a recoger mi bolsa y negué.

-No puedo –dije sorbiendo por mi nariz.

-¿Por qué no? Estoy sola ahí, puedes conversar conmigo.

-No es eso, simplemente no me lo permiten. Mi papá me tiene encerrada en mi casa, ni siquiera fui a Jeddah –encogí mis hombros, intentando sonreír pero lo cierto es que mis lágrimas seguían cayendo.

-Esto no es justo Brianna, ¿hasta cuándo?

-No puedo hacer nada, descubrió que patinaba, que le mentía, descubrió la camiseta de Ferrari, fue todo...horrible –murmuré separándome y caminando hasta aquellas flores. Tomé unas cuantas y se las entregué a Cinna.- Llevo esas Cinna.

Bree; la hermana de Verstappen │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora