CAPÍTULO 30

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Al día me desperté por algunos sonidos que no lograba reconocer, agarré mi celular viendo la hora y eran exactamente las nueve y media de la mañana.

-Dios –susurré molesta, soltando un suspiro poniéndome de pie en la cama y acercándome a mi cama. Había un increíble día en Mónaco, el cielo estaba completamente soleado, estaba radiante y no hacía nada de frio.

¿Acaso nunca podría dormir en paz hasta la hora que mi cuerpo resistiera dormir?

-¡No! –exclamé cuando me asomé por mi ventana, habían maquinas en el patio arrancando los jardines, los arbustos y principalmente mi jardín ya no existía.

Salí corriendo de allí sin importar que estuviera en pijama, descalza y probablemente despeinada. Salí al patio abriendo mis ojos más de lo normal, todo estaba revuelto, estaba destrozado.

-Deténganse –dije acercándome a un hombre que estaba, literalmente, arrancando un rosal.- ¡Basta! –exclamé haciendo que se detuviera, me observó sin entender nada.- ¿Qué están haciendo?

-Hola, nos ordenaron hacer esto –dijo aquel hombre observándome y luego volteó su mirada a un hombre de casco blanco que se acercaba.

-¿Qué sucede? ¿Cuál es el problema?

-¿Quién ordenó esto? –pregunto ahora volteándome hacia el hombre.

-La señora Anette, ¿usted quién es?

-Brianna Verstappen –dije alzando una ceja, el hombre alzó sus cejas asintiendo un momento.

-Lo siento, su papá también lo autorizó.

Negué quedándome en silencio, pasando saliva. Voltee la mirada hacia donde había estado mi jardín, pero ya no existía nada de eso ahora. Llevé mis manos hacia mi cabello dándome la vuelta resignada, escuchando como nuevamente empezaban a trabajar.

Estaba tan llena de rabia, era tan injusto que realmente quería romper todo lo que quedaba de aquella maldita casa. Maldecía a mi papá, maldecía a todas las personas que me estaban haciendo insoportable la estadía en aquel lugar, pero principalmente me maldecía a mí por no tener el valor de largarme lejos sin importar absolutamente nada más.

-Brianna, puedes meterte en un problema con tu papá –me dijo Chloe mientras me veía bajar con mis patines en la mano.

-No me importa –dije caminando hacia la puerta. Justo en ese momento se abre dejándome ver a Lotte con unas cuantas compras en mano. Voltee mi vista al frente y seguí mi paso, dijo algo pero no la escuché y mejor que fuera de esa forma.

Salí a la calle colocándome aquellos patines. ¿A dónde iría? No tenía idea. Tomé mi celular entrando a mi cuenta de Instagram, colocándola pública y en cuestión de segundos todas aquellas solicitudes de seguimiento habían sido aceptadas y ahora tenía miles y miles de seguidores cuando antes solo tenía apenas trescientos. ¿Me arrepentiría? Tal vez, pero justo ahora era lo que quería hacer, entonces lo haría.

Me puse de pie tomando la mochila y colocándola en mi espalda, mis lentes de sol y sin más comencé a patinar por aquellas calles de Mónaco como algunas veces lo había hecho, pero esta vez, sin miedo a que me vieran o no, porque me verían pero no me importaba. Porque solo estaba patinando y aquello no tenía absolutamente nada de malo, de hecho me hacía feliz.

-¡Brianna! –exclamó alguien desde la acera levantando su mano. La saludé con una sonrisa tomando camino por la costa de Mónaco e increíblemente me sentía tan libre como algún día soñaba que me sentiría haciendo esto.

. . .

-"Vimos a Brianna Verstappen por las calles de Mónaco patinando, un talento oculto de la neerlandesa pero sin dudas lo hace increíble, les dejamos algunas imágenes que capturamos" –leyó Emilia fingiendo voz de reportera. Su boca se abrió en una "o" y me observó codeándome.- ¡Te ves increíble! –dijo riendo y me contagió.

Bree; la hermana de Verstappen │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora