CAPÍTULO 25

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Escuchaba algunas voces en la lejanía, pero me sentía tan cómoda que realmente no quería moverme, ni despertarme. Quizás solo estaba soñando.

Abro uno de mis ojos viendo una mano delante de mi rostro con un anillo en uno de sus dedos. No hacía falta pensar mucho para saber de quién era. Me doy la vuelta de forma lenta encontrándome con el relajado rostro de Charles, con su respiración suave y unos leves ronquidos que salían de sus labios entreabiertos. Su pecho desnudo y la sabana que iba hasta su cintura. Era una completa obra de arte

Me separo de allí poniéndome de pie, recogiendo mi ropa, empezando a colocármela o al menos hasta ir a mi habitación. Miré por última vez a Charles, que ahora la sabana había quedado más abajo y aquella imagen me hacía tener pensamiento pocos puros para esta hora del día aunque ni siquiera sabía qué horas eran, seguía durmiendo y se veía tan bien que quisiera verlo así todos los días.

El pasillo estaba vacío pero se escuchaban algunas voces abajo, así que suponía que ya se habían despertado.

Me di una ducha, me puse algo cómodo y finalmente miré la hora en mi celular que casi se apagaba sin batería. Dos y media de la tarde. Mi sorpresa era absoluta porque nunca creí que ya era tan tarde.

Llegué a la sala que aún era bastante un desastre, miré hacia la piscina y allí estaba mi hermano sobre un inflable, con la boca abierta y los lentes de sol a punto de caerse. Emilia a un costado sobre una cama de traje de baño, Zoe en la siguiente, Lando acostado junto a ella casi que durmiendo y finalmente Pierre que estaba en otro inflable sobre la piscina.

-¿Qué pasó aquí? –cuestiono haciendo que algunos me miraran.

-No quieres imaginarlo –murmuró Emilia con cara de pocos amigos.

-Llegó la familia de Martina y nadie lo recordó, tenía un niño a las diez de la mañana en mi habitación –bufó Pierre desde la piscina.

Me quedo en silencio llevando una de mis manos a mi boca, era cierto que nadie lo había recordado. Habían llegado aquí y se habían encontrado todo este desastre.

-Sus papás, sus tíos y sus primos de diez y ocho años, son insoportables, se comieron todo lo que quedaba del pastel –se quejó Emilia sentándose y llevando una de sus manos a su cabeza.

-¿Dónde están ahora? –pregunto quitándome el vestido y sentándome en una cama bajo una sombrilla. Sentía que podría dormirme otra vez en cualquier momento.

-Fueron a almorzar todos juntos, pasarían la tarde en familia.

Asentí a lo que dijo Emilia y todos nos sumimos en un silencio, escuché un ronquido y supe que era de mi hermano.

-¡Otra vez roncando hijo de puta! –Zoe se levantó y se tiró a la piscina sin más provocando que Max despertara de un salto y encima se cayó al agua.

Todos soltamos una carcajada sin poder evitarlo, pareciera que todos estaban de mal humor y es que yo también lo estaría si niños me despertaban de mañana luego de estar de fiesta y encima estar con resaca.

-Uy, hasta que revives –dijo Pierre luego de un par de minutos en silencio. Voltee hacia donde él miraba y allí estaba Charles con sus ojos entrecerrados, aún estirándose un poco, el cabello alborotado. Estaba descalzo, sin camiseta y solo con un short de baño.

Mordí mi labio inferior volteando mi rostro para dejar de mirarlo, acomodándome sobre aquella camilla otra vez.

-Me despertaron ustedes, hubiera seguido durmiendo –dijo con una voz ronca que casi hizo que me erizara. No era justo que tuviera tanto poder en mi.

Bree; la hermana de Verstappen │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora