14 (2020)

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— ¿Dijiste...?

— No dije nada. —le interrumpió y volvió a poner la servilleta mojada en la comisura de los labios, viendo una pequeña herida que tenía ahí mismo.

— ¿Y yo soy el chico raro? —soltó una pequeña risa pero eso hizo que le doliera el estómago así que se quejó levemente, cerrando sus ojos de nuevo para relajarse.

Slime al oírlo no pudo evitar avergonzarse un poco, "¿Sabe que le llamo chico raro?" pensó sacudiendo su cabeza ligeramente hacia los lados.

Aclaró su garganta para librarse de ese aura incómoda aunque más que eso vergonzoso, luego tomó otra servilleta después de dejar la antes usada, esta vez le puso un poco de alcohol a la nueva y la acercó al rostro del rubio, más específico y de nueva cuenta; la comisura de sus labios.

Cuando la tela de la servilleta tocó la pequeña herida, Mariana soltó un quejido que intentó retener al apretar los labios y llevando sin saber; su mano al muslo del castaño, apretando éste en un intento de distraerse del ardor.

— ¿Arde? —preguntó burlándose levemente, ante eso recibió otro pequeño apretón en su muslo— Ah, entiendo, entiendo. —volvió a reír.

Continuó limpiando la herida en silencio pero eso hizo que su mirada se fijara en diferentes zonas del rostro ajeno, sus pestañas ligeramente onduladas, luego su nariz la cual encajaba perfectamente con su cara, cerca de ella estaban y resaltaban sus mejillas sonrojadas las cuales también encajaban a la perfección debido al tono de su piel, por último sus labios tornados ligeramente de un color fucsia, todo su rostro era perfecto.

Es bonito.

Luego de minutos de desinfectar la herida del labio, prosiguió con los rasguños que tenía en el rostro pero eso tomó menos tiempo; al terminar sacó un pequeño ungüento de la bolsa y rápidamente comenzó a untar un poco de éste en las heridas, posteriormente tomó un curita, Mariana abrió sus ojos y gracias a eso pudo admirar ahora él, el rostro del de ojos verdes.

Slime extendió el curita y lo llevó hasta el rostro en el pómulo izquierdo donde estaba el rasguño más grande, con cuidado puso el antes mencionado ahí, sobándolo después.

Mariana alcanzó a ver y analizar todo el rostro adverso, pero lo que más destacó fueron los labios del más alto puesto que brillaban.

"En el hospital también brillaban... ¿Siempre los tienes así de lindos?" Pensó mientras soltaba un suspiro.

— Gracias Slime... —mostró una leve sonrisa después de decirlo y lentamente retiró su mano del muslo ajeno al darse cuenta que estaba ahí— Y lamento que sigas metiéndote en esto... Ahora entiendo que no importa las veces que te diga que te alejes, no lo harás... —miró sus propias manos después de comenzar a jugar con sus dedos debido a los nervios— Pero lo que no entiendo es... ¿Por qué? —se atrevió a levantar su mirada para mirar a su compañero.

— Jmh. —apoyó su brazo en el respaldo del sofá y giró un poco su cuerpo al de cabellos cafés, subiendo parte de su pierna derecha al sofá para así intercambiar su mirada con la foránea— Quiero una buena razón del porqué debería de alejarme. —recargó el lado superior de su cabeza en la palma de su diestra— Nada de "no te necesito" o "puedo arreglarmelas solo" porque me necesitas y no puedes arreglartelas solo.

—no pudo evitar soltar una pequeña risa pero al sentir el dolor en su costilla, se quejó leve— Lo siento... —se acomodó en el sofá para quedar en la misma posición que Slime pero a la izquierda, quedando ambos frente a frente— Porque... —desvió su mirada a las escaleras intentando distraerse.

— Oye —puso su mano libre (la izquierda) en la mejilla derecha del ajeno para devolver su vista a él.—, no dejes de mirarme si quieres que te tome enserio.

Chico raro [FLIPORIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora