Diferentes historias, diferentes momentos, pero en todas ellas hay un recuerdo. Algunos se aman, otros se odian unos se quieren en secreto, pero al final de todo esto, podrán superarlo?
Atena lo sabe, pero ella no puede hacer nada, son sus caballero...
Ikki hasta la fecha seguía trabajando como mesero en aquel restaurante chino YEN WAN CHONG, mismo donde muchas de las veces asistía al chef siendo su aprendiz. En otras ocasiones lo cubría cuando tenía algunas emergencias. Este era otro día igual en el que le había tocado liderar la cocina por lo cual acabó agotado a la mitad de su turno, para entonces el Chef ya había llegado a tiempo aunque no habían tantos comensales como en la mañana y eso era a causa de las lluvias incesantes que invadían Japón.
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El joven japonés logró cuestionarse ¿por qué el clima había estado cambiando de manera drástica? No encontró alguna respuesta. Tampoco era de que no le gustara dicho clima, al contrario, el olor a pasto o a tierra mojada era demasiado delicioso que lo hacía incluso relajarse de aquel día tan agotado, aunque también le hacía cuestionarse: ¿qué había sido de Lucas? La última vez que lo había visto fue en el hospital. De cierta manera lo extrañaba aunque intentase deshacerse de esos pensamientos para seguir de manera firme.
Cuando Ikki estaba por llevar alguno de los platos de regreso a la cocina, el gerente logró captar su atención para que viniese.
—Ikki, ¿puedes ir a tirar estas bolsas de basura?—el gerente simplemente esperaba la misma respuesta positiva, aquel "sí" por parte de Ikki.
—Por supuesto, Tían.—Ikki respondió en eso que dejaba los platos con el lavabajillas. Caminó hasta aquel par de bolsas para tomarlas.
Terminó saliendo por la puerta trasera del restaurante en eso que tarareaba una canción solo para distraer su mente en lo que se deshacía de la basura, aunque no lo logró con algunos destellos del cielo que propiciaban más ruido.
Si el clima seguía así, posiblemente Japón terminaría hundido. Pensó.
Ikki analizó todo el entorno creyendo que la gente no saldría a pasear pues no habían tantas personas por la calle.
Cuando el ave fénix estuvo a punto de meterse de nuevo al restaurante notó que Shiryu venía caminando muy apenas, arrastraba su moto con pesadez.
El aspecto físico del chino se miraba desgastado. Al parecer no lo había pasado bien.
Ikki no era de preocuparse fácilmente, sin embargo, caminó hasta el Dragón para sostenerle de los hombros justo a tiempo antes de que este se desplomara en medio de la lluvia. Como podía logró adentrarle a la parte trasera del restaurante llevándolo a una de las mesas que estaban justo casi en la entrada de lo que era el comedor del restaurante.
Ninguno decía alguna palabra, simplemente eran ellos, el sonido de fondo de la lluvia y los bullicios de la cocina.
Ikki regresó afuera para acomodar la moto que estaba empapada por la lluvia. El japonés se había mojado levemente, en cambio Shiryu venía incluso castañeando por el agua fría.
