Me levanto rápidamente antes de que suene el despertador, ya que casi no he dormido en toda la noche porque he estado muy inquieto. Por fin ha llegado el día de la excursión con Nora y estoy nervioso. Me cambio poniéndome el bañador junto con una sudadera y bajo las escaleras rápidamente.
Entro en la cocina y cojo una manzana para comérmela por el camino. Veo de reojo a Clarice y Arthur desayunando en la mesa y me dan los buenos días.
–¿Dónde vas con tanta prisa? –me pregunta ella extrañada.
–De excursión.
–¿Tú solo?
–No.
No quiero tener que dar más explicaciones, me cansan mucho sus interrogatorios. Voy directo a la salida, pero la voz de Arthur me frena.
–Avísanos cuando llegues y no vuelvas muy tarde.
Yo asiento con la cabeza y voy a casa de Nora con una sonrisa en el rostro, ya que presiento que este día va a ser perfecto. Al llegar pico al timbre y, en menos de cinco segundos, aparece por la puerta con una mochila, unos jeans y una sudadera.
–Buenos días, ¿estás lista?
–Sí.
Me regala una tímida sonrisa y le pregunto:
–¿Llevas el bañador debajo?
–Un bikini.
Genial, mucho mejor. Nicholas, céntrate.
Me sigue hasta que llegamos a la estación, ya que sé que en coche no le gusta ir, aunque aún no he descubierto el motivo. Nos subimos en el tren y nos sentamos uno delante del otro con una mesa en el medio. Dejamos nuestras mochilas al lado y nos sonreímos.
Esto es más difícil de lo que pensaba porque ya me estoy poniendo nervioso solo de haber estado unos minutos con ella.
–¿Ya me puedes decir a dónde vamos? –pregunta con curiosidad.
Se toca las mangas de la sudadera para taparse las manos, espero que no tenga ese complejo porque son preciosas.
–Aún no, tendrás que esperar un poco más.
Hablamos de las clases y del partido hasta que ya no sabemos qué tema de conversación sacar. Se nota que los dos estamos muy nerviosos como si esto fuera una cita. Espera, ¿lo es?
Yo le propuse este plan para estar juntos, pero ella puede que lo haya malinterpretado. Aún no puedo tener una cita con ella, necesito curarme primero.
–¿Tienes hermanos? –me pregunta de repente.
Saco de mis pensamientos las ganas que tengo de fumarme unas hierbas o probar un poco de droga, aunque ya no me queda, y contesto:
–Soy hijo único.
Ella se queda pensativa y es mi turno de preguntar:
–¿Y tú?
–Somos Derek y yo.
Al decir esto, desvía la mirada y mira por la ventana. Sus ojos se tornan lagrimosos; no puedo permitir que se sienta mal por lo que sea que le esté rondando por esa hermosa cabecita, así que se me ocurre una idea.
–¿Quieres escuchar música?
Ella me mira y parpadea varias veces para contener sus lágrimas que amenazan con salir. Doy unas palmaditas al asiento de mi lado para que venga. Se levanta asintiendo con la cabeza y ahora estamos unos centímetros más cerca, tanto que huelo el champú de su pelo, el cual es una mezcla de vainilla y coco.
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Perfectamente Imperfectos
RomanceNora Davis vive en Portland con su padre y su hermano. Es obligada a retomar las clases después de dos años encerrada en casa, ya que el pasado la atormenta y los remordimientos la carcomen por dentro; le han hecho entrar en un pozo sin salida y sin...