15. Tensiones

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Nora

–¡Me alegro mucho! –me sonríe.

Estoy en la sesión con mi psiquiatra y le acabo de contar que mañana es el gran partido, el cual tengo muchas ganas porque habrá una fiesta posteriormente. A más a más, Mia y yo nos hemos currado la coreografía de las animadoras como nadie.

–Estoy orgullosa de ti, Nora –añade.

Yo sonrío para mis adentros.

–¿Hay algo más que quieras contarme?

Charis me conoce demasiado bien porque ya hace dos años que soy su paciente. Ha notado mi sonrojo cuando he pensado en Nicholas Walker, quien me está quitando el sueño últimamente.

–Hay un chico –pronuncio.

Ella alza sus cejas y sonríe pícaramente.

–¿Cómo se llama?

–Nicholas, pero todo el mundo le llama Nick.

Aunque yo no, soy la excepción.

–¿Tú le llamas como el resto?

Me ha pillado. No voy a llamarle por su apodo como todo el mundo, sino que quiero que sea diferente conmigo.

–No... –respondo casi en un susurro.

Me toco las mangas de la sudadera con nerviosismo y me escondo las manos, por si acaso se da cuenta que hay cicatrices en mis muñecas de las quemaduras que nadie sabe.

–Es decir, que este chico es especial para ti –afirma.

Yo me río con incomodidad.

–¿Te gusta mucho?

–Sí.

–¿Es un buen chico?

–También.

Aún me falta conocerlo más, pero solo al ver cómo se comporta conmigo sé que es una buena persona.

–Mi consejo es que lo sigas conociendo, pero sin prisa –me advierte–. Ya que tú tienes que acabar de curarte del todo, ¿lo entiendes?

–Lo sé.

–Sé que te resultará difícil, pero es necesario verlo como un amigo por el momento –añade–. Ya que, si las cosas se tuercen con él, podrías recaer de nuevo en la depresión.

Tiene toda la razón, aunque soy de dejarme llevar más por los sentimientos.

–Ya me estoy recuperando –digo.

–Sí, pero no hay que confiarse demasiado.

–Nicholas nunca me haría daño.

–No creo, pero es mejor no arriesgarse.

Él es incapaz de herirme.

–Pero el problema no es él –replico–, sino yo.

–¿A qué te refieres con eso?

Le voy a mostrar las quemaduras que me hice con el mechero, así Charis se dará cuenta que Nicholas no es el problema y no me alejará de él. Me arremango la sudadera y ella abre los ojos como platos. Se levanta rápidamente y se acerca, me coge las manos y mira mis muñecas con detenimiento.

–¿Cuándo te hiciste esto?

–En la primera semana de clases...

Me suelta las manos y se vuelve a sentar en su silla. Me mira con expresión preocupada y me pregunta:

–¿Por qué te quisiste hacer daño?

Por lo de siempre; la culpa que me carcome por dentro.

–Por el accidente.

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora