11. Enfados

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Quiero encontrar a mis padres biológicos para que me cuenten por qué me abandonaron, pues tiene que haber una explicación. Esto no significa que deje de vivir con Clarice y Arthur, ya que me sacaron de un orfanato y me han cuidado diecisiete años de mi vida. Son mis padres y, aunque no seamos de la misma sangre, no los quiero abandonar.

Han pasado unos cuantos días en los que el ambiente en casa está cada vez más tenso. La búsqueda no ha avanzado en absoluto porque fue hace mucho tiempo, pero no pienso desistir sin luchar porque quiero saber toda la verdad.

Es viernes y estoy en el coche de Ethan de camino al instituto mientras me suelta un sermón de nuevo.

–Mientras te recuperas es mejor que te mantengas alejado de ella.

–Sabes que no lo voy a hacer –replico molesto–. Además, seguro que Nora hace que me recupere antes.

–Puede que sí, pero si tenéis una pelea recaerías de nuevo en las drogas.

Es bastante probable.

–Eso es mentira –miento haciéndome el ofendido.

Él me mira y suspira pesadamente.

–Los dos sabemos que es verdad, tienes que arreglar tus problemas primero.

–Ethan, siempre tendremos problemas –contesto–. No por eso hay que cerrarse ante la posibilidad de una relación.

–Tus problemas no son como los del resto.

–No lo sabes, Nora también lucha con los suyos.

No sé cuáles son exactamente, pero lo pienso descubrir muy pronto.

–¿Qué sabes tú de sus problemas?

–No mucho.

–Pues ahí tienes la respuesta.

–No soy el único que está jodido en este mundo, ¿sabes? –respondo enfadado.

–¿Me estás diciendo que Nora tiene problemas graves? Porque yo solo veo a una chica tímida.

–Tú no la conoces como yo. Sé que le pasa algo, estoy seguro.

–No creo que sea más grave que una adicción.

–Para ya, bro.

Nos quedamos callados unos segundos y me dice:

–Vale, perdón... Solo me preocupo por ti, ya que si estás casi recuperado y tú y Nora tenéis una pelea todo acabará mal.

–Lo sé...

–De verdad que me sabe mal, pero es una situación muy delicada que requiere ciertos sacrificios.

Yo asiento con la cabeza y llegamos al instituto; nos despedimos y cada uno entra a su aula. 

Más tarde, suena la campana de cambio de clase y me toca matemáticas justo antes del recreo. Jodidas mates, no las soporto.

–Voy al baño antes de que venga el profe –me dice April.

–Vale, date prisa.

Pasan unos minutos en los que me dedico a dibujar caras en mi libro de mates hasta que oigo que entra mucha gente arrastrando sillas. Alzo la mirada dándome cuenta que es la clase de Nora y enseguida aparece ella con Mia. Yo sonrío aunque por dentro estoy gritando de emoción.

Nora está buscando a alguien con la mirada hasta que sus ojos se posan en los míos y me regala una sonrisa un poco más ancha de lo normal, así que ya puedo morir en paz. Se acerca a mí y creo que dice mi nombre, pero no lo he escuchado bien porque ya me he perdido en sus ojos verdes.

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora