Nicholas
Sus labios se sienten suaves y mojados por el chaparrón que está cayendo, aunque no nos importa. Nora es mi lugar seguro y no me preocupa nada ahora mismo porque estoy junto a ella. Se separa para coger aliento, pero yo junto nuestras bocas de nuevo porque la necesito.
Noto que sonríe mientras nos besamos y aprovecho para profundizar el beso poniendo una mano en su cintura y atrayéndola más hacia mí. Se ríe y yo me separo un centímetro de ella para preguntarle:
–¿Por qué te ríes?
–No lo sé.
Ahora nos reímos los dos y, seguidamente, nos besamos otra vez como si hubiéramos esperado este momento toda nuestra vida, y se siente tan bien...
–Tenemos que irnos –pronuncia.
–No.
La cojo de las mejillas y la vuelvo a besar con más pasión que antes. La necesito como el aire que respiro y no la pienso soltar jamás.
–Te vas a resfriar –se preocupa.
–Pues ya me cuidarás cuando esté enfermo.
Ella se ríe y observa con detenimiento todas las facciones de mi cara hasta que dice:
–Tus ojos azules son preciosos.
Mi corazón da un vuelco, ya no me puedo contener más.
–Tú sí que eres preciosa.
La beso de nuevo con ternura y no quiero despedirme de ella porque sé que la espera me mataría.
–Nicholas...
–Di mi nombre otra vez.
Ella se ríe mientras tapa sus mejillas sonrosadas. Yo le aparto las manos y digo:
–Tu sonrojo me enamora cada día más.
–Para ya...
–Nunca.
Nos sonreímos y le doy un beso en los labios, en la nariz y bastantes en las mejillas que ya he perdido la cuenta. Su cara se torna cada vez más roja a medida que pasan los segundos, así que le pongo una mano en la cintura y con la otra le cojo las piernas para levantarla del suelo.
–¿Qué haces? –sonríe.
–No quiero que te resbales, está todo mojado.
–Me da igual.
–A mí no, no voy a permitir que te hagas daño.
Ella sonríe y me da un beso en los labios. Esta chica es mi perdición, sin duda alguna. La cargo hasta la parada de bus y la dejo sentada en el banco con cuidado.
–Gracias, pero no hacía falta.
–Para ti lo que sea –respondo acariciándole las mejillas–. Dime lo que quieres y yo te lo concedo.
–Solo te quiero a ti.
Esta chica va a hacer que tenga un paro cardíaco. Estoy loco y perdidamente enamorado de Nora Davis, ahora más conocida como mi Noris.
–¿Por qué me miras así? –me pregunta con una tímida sonrisa.
–Porque me vuelves loco y a la vez me das paz.
–¿Eso es bueno?
–Demasiado.
Le pongo un mechón detrás de la oreja y la beso de nuevo con mucha delicadeza. Ella coloca su mano detrás de mi cuello y me acaricia el pelo; es la mejor sensación del mundo y no quiero que se detenga nunca.
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Perfectamente Imperfectos
RomanceNora Davis vive en Portland con su padre y su hermano. Es obligada a retomar las clases después de dos años encerrada en casa, ya que el pasado la atormenta y los remordimientos la carcomen por dentro; le han hecho entrar en un pozo sin salida y sin...