31. Valientes

16 2 2
                                    

Nicholas

Me abraza con tanto ímpetu y alegría que me contagia su buen humor. La beso por décima vez en la mañana y nos sonreímos.

–Estoy tan feliz –me dice.

–Anda que yo, daría lo que fuera por verte así siempre.

Nora me da otro beso y yo añado:

–Ahora que estás libre sin medicación, ¿qué quieres hacer primero?

–¡Todo! –exclama contenta– Quiero viajar contigo, ir a todos los sitios posibles y crear muchos recuerdos juntos.

–Eso no te preocupes que lo cumpliremos.

Señalo nuestros anillos y ella asiente con la cabeza.

–Me tengo que ir a clase –me dice con ojos tristes–, pero nos vemos a la salida.

–¡Cuenta con ello! –le doy un beso en la frente–. En nada estaremos en el último partido de la temporada y lo celebraremos por todo lo alto.

–Tengo muchas ganas de pasar el verano juntos.

–Y yo, no sabes cuántas.

Nos damos un beso de despedida y desaparece por el pasillo. Entro a clase y me siento en mi pupitre, aunque la tranquilidad no dura mucho porque Craig se acerca a mí con grandes zancadas.

–¡Duerme con un ojo abierto, Walker!

–¿Te has vuelto a levantar con el pie izquierdo? –me río.

–La próxima vez no será solo un hombro dislocado.

Esta vez me levanto porque no lo soporto más.

–Repite eso, imbécil.

–Ve con cuidado –me advierte–, tu chica tampoco está a salvo.

–Ni se te ocurra nombrarla.

–Han expulsado a Isabella por su culpa, así que no creas que me quedaré de brazos cruzados.

–Se te olvida que te podemos denunciar.

Él se ríe descaradamente y contesta:

–No tenéis pruebas, así que no pasó nada.

Menudo imbécil.

–Yo fui testigo.

–Eso no te servirá porque ya ha pasado demasiado tiempo.

Se va con su sonrisa egocéntrica de siempre y se acerca April con expresión preocupada.

–¿Estás bien? ¿Qué te ha dicho?

–Nada importante.

–Si quieres puedo hablar con mi padre.

–No hace falta, gracias.

–De acuerdo.

Nos damos un abrazo y entra el profesor. Después de clase le digo a April que se quede un momento para hablar conmigo y, cuando todos se han ido, le cuento sobre mi adicción a las drogas.

–Lo siento mucho, Nick... –me dice cuando acabo de explicarle todo.

–No lo sientas, la vida es dura.

–Pero tendría que haber estado más pendiente de ti, ¿cómo puede ser que no me haya dado cuenta?

–Créeme, lo escondía muy bien –le explico–. A Nora se lo tuve que contar porque me encontró en la calle por una paliza que me dieron los matones de Axel.

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora