33. Quebrantada

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Nora

Una llamada de April hace que se me pare el corazón y se me hiele la sangre. Voy corriendo al hospital que, por suerte, no queda lejos de mi casa. Llego casi sin aliento, pero no puedo parar ahora porque tengo que verle.

Pregunto en la entrada dónde encontrar a Nicholas Walker y enseguida me dicen la habitación en la que está. Corro a toda velocidad por las escaleras con lágrimas en los ojos. Llego a la planta de arriba y veo a los padres de Nicholas sentados con caras de angustia; también está April, quien me abraza con fuerza al verme.

–¿Qué ha pasado? –pregunto asustada.

–Ha tenido una sobredosis.

–¡¿Qué?! –Se me abren los ojos como platos– Es imposible, ya no consume.

–Nora... –April me mira como si se sintiera culpable– Te tengo que contar una cosa que no te va a gustar.

Tengo miedo, aunque no tanto como perder a Nicholas. Abrazo a sus padres antes de sentarme en una silla más alejada de ellos junto con April.

–Yo tuve una idea para pillar a Axel y a sus matones, pero salió mal.

–¿Cómo? No entiendo.

–Nick y yo pensamos un plan para que la policía les pillase; él tenía que ir al club y distraer a Axel.

Mierda.

–Y fue –afirmo.

–Sí... –se borra las lágrimas que le caen por las mejillas–. Lo hizo para ayudar a la gente adicta y también para salvarnos a nosotros porque corríamos peligro.

–Entonces, ¿qué pasó?

–La policía entró al club y los pilló, ahora están en la cárcel a la espera de un juicio.

Suspiro aliviada.

–Nick había perdido el conocimiento cuando los policías entraron –me sigue explicando–. Se dieron cuenta que había consumido muchas pastillas de golpe, pero sé que él no quiere acabar con su vida, eso te lo puedo asegurar.

–¿Le obligaron a tomarlas? –pregunto asustada.

–Eso creo... Lo siento mucho, Nora –solloza– Todo esto es culpa mía.

–No, no digas eso –la abrazo–. Sé cómo es Nicholas y haría lo que fuera para proteger a los suyos, estoy segura de que él no te culpa.

Lloramos las dos abrazadas y oigo unas pisadas que se acercan rápidamente. Es Mia, quien me abraza con cariño mientras yo lloro en su hombro. Ethan viene detrás junto con Austin y Ava. Nos damos un abrazo grupal y nos sentamos a esperar al doctor.

–¿Quieres que te traiga un café? –me pregunta Mia preocupada.

–No me entra nada ahora mismo.

Me seco las lágrimas con un pañuelo y me sorbo la nariz. Se acerca un doctor y yo me levanto instintivamente; su cara está pálida y sé que no trae buenas noticias.

–Ha sufrido una sobredosis –nos informa–. Le hemos limpiado el estómago, pero el daño es irreversible.

Mis sentidos se agravan y siento que mi corazón deja de funcionar.

–¿Qué quiere decir con irreversible? –alcanzo a escuchar de Arthur.

–Tiene un deterioro de las funciones mentales –nos explica–, eso quiere decir que le quedan pocas horas de vida. Lo siento muchísimo, no hay nada más que podamos hacer.

No, esto solo es una pesadilla. Dime que llegaré a casa y estará Nicholas esperándome para ver una película, que nos quedaremos dormidos hasta despertar juntos al día siguiente y me preguntará lo que quiero para desayunar.

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora