7. El club

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Nicholas

No sé qué he dicho para que se fuera tan rápido, hay actitudes de Nora que aún me cuestan entender. Es muy tímida y reservada; sobre todo porque se escondió en un arbusto para no tener que saludarme, lo cual me hizo mucha gracia, pero contuve la risa para que no creyera que me burlaba de ella.

Mañana intentaré preguntarle el motivo por el que se ha ido corriendo sin despedirse; espero no haberla incomodado, ya que quiere pasar siempre desapercibida y no le gusta estar rodeada de mucha gente. Esto último lo sé porque, después del discurso del director Rendall, la vi agobiada entre tanta gente y la intenté rescatar. Pero Mia se me adelantó, aunque se lo agradezco porque se la veía muy angustiada.

Sigo con mi skate hasta llegar a casa y voy a la cocina a por algo de beber; me cojo una bebida energética y me siento en el sofá con los pies apoyados en la mesita de enfrente.

Oigo que alguien baja las escaleras y me encuentro a Clarice con su cabello rubio despeinado y su vestido arrugado.

–Me he tumbado un rato, no me encontraba bien –me explica.

Yo, sin responder, sigo bebiendo de la lata. Ella se sienta al lado mío y la miro.

–¿Qué quieres?

–Solo quiero saber cómo estás.

–¿Cómo quieres que esté? –digo molesto.

–Llevas meses así con nosotros, hijo.

–No me llames así.

–¿Y cómo quieres que te llame? Nick, eres nuestro hijo te guste o no.

Me levanto del sofá y respondo:

–No te confundas, Clarice.

Ella también se levanta.

–Soy tu madre.

–No de sangre.

Me mira con lágrimas en los ojos y desaparece por las escaleras. Me he pasado, pero ya no me importa. Mi vida es una mierda y seguirá siéndolo hasta que encuentre a mis verdaderos padres. Clarice y Arthur me adoptaron cuando yo era pequeño y decidieron ocultármelo hasta que cumplí diecisiete años este verano.

He vivido toda mi vida engañado y me lo dicen en el peor momento, justo cuando el año que viene me voy a la universidad. No sé qué querían lograr confesándomelo tan tarde, pero sigo enfadado con ellos. Sobre todo porque me han dicho que no saben nada de mis padres biológicos, aunque sé que están mintiendo.

Aplasto la lata con la mano y bufo frustrado. Necesito consumir porque no puedo vivir sin las drogas, quiero más hasta olvidarme de todos mis problemas. Salgo de casa y camino hasta el barrio de siempre para conseguir lo que necesito, ya que sé que en esta zona tienen todo tipo de drogas. Entro en el callejón y voy directo al guardaespaldas que vigila la puerta.

–Soy Nick.

Dicho esto, me deja pasar y entro al club; están puestas las luces neón como cada semana con la música a todo volumen y voy a la barra. Es uno de estos bares que están escondidos porque sino la policía lo puede descubrir fácilmente.

–Quiero ver a Axel.

–Está en la zona VIP –me indica el camarero.

Subo las escaleras metálicas y me lo encuentro sentado en uno de los sofás con un par de chicas. Odio cuando está con mujeres porque se comporta como un auténtico imbécil con ellas.

–¡Nick, has venido! Pensaba que ya habrías tenido suficiente con lo que te ofreció mi contacto.

–No me dio casi nada y le pagué el doble.

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora