21. Borracha

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Nora

Llega el viernes y entro a clase con ganas de que sea fin de semana, aunque me toca matemáticas y eso no me apetece nada, además, siempre me pasa muy lenta la hora. Abro mi mochila y cojo el estuche. Saco el libro de mi cajón, pero algo está metido dentro porque no está cerrado del todo.

Lo abro y me encuentro una nota pegada a una bolsita de M&M's, en la cual pone: Para que la hora de mates te pase más rápido. Esto hace que el corazón se me ablande aún más por Nicholas; sé que ha sido él porque es el único que me regala estos chocolates para sacarme una sonrisa, y lo ha conseguido.

De repente, alguien me abraza por detrás y me doy cuenta que es Mia. No me había percatado que había entrado, estaba demasiado ocupada pensando en quien no debería.

–¡Buenos días! –me dice con su semblante alegre– ¿Y esos M&M's?

Me quedo en silencio. Nicholas me gusta cada vez más y no entiendo por qué. Me dijo esas cosas horribles y yo sigo pensando en él, cuando solo está jugando conmigo.

–Nori, ¿está todo bien?

Se sienta a mi lado y me coloca un mechón detrás de la oreja. Le tiendo la nota que me ha dejado Nicholas y ella la lee mientras se le va iluminando la mirada.

–¿Es quién creo que es?

Yo asiento con la cabeza y me tapo la cara con las manos avergonzada.

–Nora, esto es muy tierno por su parte.

–Mia...

–Solo te digo la verdad –se defiende–. ¿Ya hablaste con él?

–No, no quiero.

–Tarde o temprano tendréis que aclarar las cosas.

–Mia, no hay nada que aclarar.

–Yo creo que sí –me dedica una sonrisa sincera.

–Ahora no tengo tiempo para pensar en esto –digo guardándome los M&M's en mi mochila–, los exámenes están a la vuelta de la esquina.

–Pues prométeme que cuando los acabemos hablarás con él.

–Está bien...

Ella me abraza exclamando un grito de felicidad y entra el profesor. No sé por qué mi amiga insiste tanto en que me reconcilie con Nicholas, puede que mi rencor no me deje ver lo que hay más allá.

Unos días antes de los exámenes, hay un partido amistoso en el instituto para recaudar dinero para una organización benéfica. Las animadoras y yo estamos ensayando las últimas coreografías para que quede todo perfecto.

–¡Quiero más fuerza! –ordena Isabella– Parecéis momias.

Ella sí que parece una momia. Mia y yo nos reímos por lo bajito porque hemos pensado lo mismo.

–¡Cinco minutos de descanso!

–Menos mal –comenta mi amiga.

La mayoría se van a beber agua o a tomar el aire. Mia se va al baño y yo la sigo, pero Isabella me bloquea el paso.

–Nora Davis.

–¿Sí? –pregunto con miedo.

–Estos días no te estás concentrando mucho en los ensayos.

–Hago todo lo que puedo.

–No es suficiente para mí.

Estoy harta.

–¿Cuál es tu problema? –replico.

–¿Perdona? –pregunta haciéndose la ofendida.

–Lo que oyes, ¿qué te he hecho para que me trates tan mal?

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora