30. Romeo y Julieta

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La fecha de estreno de la obra se acerca y ya estamos preparando todo el vestuario necesario para que sea un éxito. Todos los atuendos son preciosos y están muy bien cosidos por algunos compañeros de teatro; me hacen una prueba con mi vestido y me va a la perfección.

–¡Maravilloso! –exclama la profe contenta– April, tu turno.

Ella se acerca y le hacen las medidas para la ropa mientras yo me observo en un espejo y aprovecho para hacerme una foto para mandársela a Nicholas.

Cuando se acaba la clase guardamos todo y vamos a tomar algo a la cafetería. Me pido un zumo de piña y nos sentamos en una mesa.

–Tengo tantas ganas de que llegue el día... –dice April emocionada.

–¡Y yo! –contesta Austin.

–Qué nervios, no sé si podré hacerlo.

April apoya su mano en la mía.

–¡Claro que sí, Nora! Confía en ti, lo lograrás.

–Gracias.

Austin le acaricia el pelo a April y yo sonrío. Empezaron a salir en la fiesta de Año Nuevo porque ella se atrevió a darle un beso por algo que Nicholas le aconsejó.

–El vestuario ha quedado espectacular –comenta Austin.

–Sobre todo el vestido de Julieta –añade Nicholas apareciendo por detrás.

Me da un beso y se sienta a mi lado.

–Estabas preciosa.

–Gracias, amor.

–¡Oh, qué bonitos sois! –comenta Mia sentándose junto a Ethan.

–Parad, qué vergüenza –digo tapándome la cara con las manos.

Todos se ríen y Nicholas me da un croissant.

–¿Es para mí? –abro los ojos sorprendida.

–Sí.

–¿Por qué?

–Porque me gusta verte sonreír.

Me da un beso en la frente mientras los demás exclaman:

–¡Oooh!

–Haces que me ponga colorada –me quejo.

–Mejor, te queda genial el rubor.

–Nora, ¿me enseñas la foto del vestido? –me pregunta Mia alegre.

Yo asiento con la cabeza y busco mi móvil, pero no está por ningún lado.

–Ay, creo que me lo he dejado en la clase de teatro.

–¿Quieres que vaya a buscarlo? –se ofrece Nicholas.

–No, tranquilo.

Me levanto y añado:

–Enseguida vuelvo.

Corro hacia el salón de actos rogando para que mi móvil esté sano y salvo y lo encuentro en una butaca. Suspiro aliviada y subo al escenario para ver de nuevo el vestido que llevaré en la función, sin embargo, me encuentro a Isabella con unas tijeras.

Veo mi vestido lleno de agujeros y me doy cuenta que ya no servirá, y que la culpable está enfrente mío poniéndome una cara vencedora.

–¡¿Qué has hecho?! –le grito horrorizada.

–Lo siento –se ríe malévolamente–, creo que lo he empeorado.

–¿Estás loca? ¿Qué te pasa por la cabeza?

Perfectamente ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora