Suena el silbato del árbitro conforme continúa el partido. El público se pone nervioso porque los del equipo contrario son cada vez más agresivos. Nosotras seguimos animando con nuestras coreografías aprendidas mientras los tigres marcan otro punto. Vamos ganando, aunque aún podemos perder.
Tengo que recordar lo que me dijo Charis, ya que no puedo hundirme ahora. El equipo me necesita y si abandono sí que perderemos por mi culpa. Intento mantener la calma y pensar en positivo, segundos después, cierro los ojos y respiro hondo.
–¿Estás bien, Nori?
Abro los ojos y me encuentro con Mia. Tiene una cara preocupada y me mira como si en cualquier momento me fuera a desplomar en el suelo. Yo sonrío tímidamente y asiento con la cabeza.
–¿Segura? –me vuelve a preguntar.
–Sí, gracias.
–Pues vamos a darlo todo –sonríe.
Las ganas que tengo de contarle todo lo que me pasa son muchas, pero ahora no es el mejor momento para decirle que sufro depresión porque fallecieron las dos personas que más quería en este mundo.
Respiro hondo de nuevo y nos juntamos todas para volver a hacer la coreografía. El equipo contrario marca un punto, eso significa que vamos a perder porque faltan pocos minutos para que se acabe el partido. Miro al cielo y pienso en mi madre, ella me puede ayudar si aún no está enfadada conmigo. Rezo con todas mis fuerzas para que el partido dé un giro inesperado y nos hagamos con la victoria.
Seguimos animando al equipo y, pasados unos minutos, Nicholas se adueña de la pelota y corre por todo el campo a gran velocidad.
–Vamos, Nicholas –susurro.
Los del público se levantan y gritan desesperados. Los del equipo contrario son rápidos, pero no tanto como mi chico, quiero decir... como Nicholas.
Faltan pocos segundos para que finalice el partido. Miro el marcador y siento como unas cuantas gotas de sudor bajan por mi frente. Nicholas corre todo lo que puede y, sorprendentemente, llega a marcar un punto.
Se oye un pitido del árbitro, quien indica que se ha acabado el partido. ¡Hemos ganado! No me lo puedo creer, se siente como un sueño. Sonrío de oreja a oreja mientras abrazo a Mia. Oigo que todos los de nuestro instituto vitorean y se abrazan emocionados. Los tigres se dan un abrazo grupal mientras gritan: ¡Campeones! ¡Campeones!
Mia y yo nos reímos cuando vemos que elevan a Nicholas del suelo y lo lanzan al aire unas cuantas veces. Seguidamente, nos vamos a reunir con los demás para irnos a la fiesta; estoy convencida que esta noche será inolvidable.
Llegamos caminando a casa de Austin y picamos al timbre. Nos abren sus padres, quienes nos saludan y se van a cenar fuera. Ava enciende su mesa de DJ mientras Mia, April y yo sacamos todo el aperitivo. Ethan enciende las luces de colores, el humo y deja las bebidas de la nevera en el mueble de la cocina.
Cuando ya está todo listo, se oye el timbre y muchos compañeros de nuestro curso se acercan aplaudiendo y gritando contentos. Se escucha música electrónica a todo volumen y miro a Ava, quien está disfrutando mucho con su mesa de DJ.
Mia me pide que la acompañe al baño y subimos al piso de arriba. Nos encerramos en el primer lavabo que encontramos y ella se maquilla con un pintalabios rojo.
–¿Quieres? –me ofrece.
Yo asiento con la cabeza y me pongo un poco. Ella se aplica un poco de rímel y saca su móvil antes de decir:
–¿Nos hacemos fotos?
Sonreímos y nos entendemos perfectamente con la mirada; nos sacamos selfies en el espejo y unas cuantas haciendo el tonto. Se me ocurre preguntarle algo aprovechando que nadie nos interrumpe.
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Perfectamente Imperfectos
RomanceNora Davis vive en Portland con su padre y su hermano. Es obligada a retomar las clases después de dos años encerrada en casa, ya que el pasado la atormenta y los remordimientos la carcomen por dentro; le han hecho entrar en un pozo sin salida y sin...