Langa y yo salimos de la cafetería, con las cosas aclaradas y con una linda amistad que empezar, aún que fuera a escondidas de su padrino.
- Gracias por aclarar todo, Langa - le sonreí, parándome en frente de él - la verdad, me sentía un poco mal por lo que dijiste ayer, pero ya todo está bien -.
- Solo no quería meternos en problemas, no es nada - agitó su mano quitándole importancia al asunto - supongo que podemos ser amigos, ¿no? -.
Mis ojos se iluminaron.
- ¡Claro que sí! - mi sonrisa se volvió más grande, haciendo que el también sonriera.
Su sonrisa era sincera, sería una buena amistad. El problema era... Ainosuke, si ese hombre descubría nuestra amistad, yo y mi familia estábamos acabados, podrían amenazarnos con las peores cosas, en ese caso, yo me alejaría de Langa por el bienestar de mi familia pero, viendo cómo es ese hombre, eso no lo dejaría satisfecho.
- ¿Te apetece hacer algo ahora? - se acercó a mí, pasando su brazo por encima de mis hombros.
- Hmmm... No sé, ¿hay algo que te apetezca hacer a tí? - comenzamos a caminar.
- ¡Vaya! Nunca me habían preguntado lo que yo quería - se rió - con Ainosuke tienes que hacer lo que él diga, sin derecho a opinar - ahora su rostro parecía serio, irritado.
Me reí.
- Entonces... ¿hay algo que quieras hacer? -.
- Podemos ir al parque de atracciones, viniendo aquí vi que estaba abierto - propuso.
- Si, está bien -.
Empezamos nuestro camino, llegaríamos en unos minutos, no estaba muy lejos.
Llegando, Langa pidió los tickets. Me pasó algunos y entramos.
No había mucha gente, se nos hizo fácil caminar. Compramos comida y montamos en muchas atracciones hasta que empezó a oscurecer.
- Ya deberíamos irnos... - empezó a hablar Langa.
- ¡Una última atracción, porfa! - supliqué.
- Reki... si llego tarde Ainosuke se enfadará -.
- ¡La última! -.
Suspiró.
- Está bien... la última, ¿a cuál quieres ir? - preguntó.
- ¡A la rueda de la fortuna! - me gustaban mucho, era lindo ver Okinawa desde lo alto de ella, no iba desde que era pequeño.
- Eso dura más de media hora, de ninguna manera -.
- ¡Vamos! No seas así - agarré su brazo y tiré de él hasta la atracción escuchando sus quejas, por alguna razón, eso se me hizo divertido.
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Subimos a una cabina, el todavía quejándose y yo demasiado emocionado. Empezó a girar.
- ¡Mira, Langa! ¡Está subiendo! - me asomé a la ventana.
- No estamos ni a un metro del suelo, Reki. Esta cosa va a tardar un buen rato en llegar a la cima -.
- ¡Vaya! ¡Que optimista! - lo miré mal, pero conseguí sacarle una sonrisa.
Si era verdad que tardó mucho tiempo en llegar arriba, pero finalmente llegó.
- ¡Ahora sí! - me acerqué otra vez al cristal, se podía ver todo Okinawa, las luces de los edificios combinados con la luz de la luna y las estrellas - es hermoso... -.
Langa se acercó a mí y me acercó a él.
- Si, tienes razón - sonrió - ¿Quieres que te diga la verdad? No me preocupa que Ainosuke se enfade porque llegue tarde, simplemente no me trae buenos recuerdos esta atracción -.
Lo miré.
- ¿Por qué? -.
- Antes de que mi madre muriera, ella y yo subimos a una de estas, le encantaban. Subir aquí solo hace que me acuerde de ella, igual con el violín - me sorprendí por esto último - ella también era fan del violín, me gustaba tocar con ella, se me daba bien, pero después de su muerte, todo dejó de ser igual, y Ainosuke me empezó a obligar a tocarlo, solo por ganar dinero -.
Según iba contando, más mal me sentía por él.
- Oye... lo siento mucho, te traje aquí, no lo sabía -.
- No te preocupes, está bien. Es lindo subir aquí con una persona a la que quiero - me sonrió.
Sentí mariposas volando dentro de mi cuerpo, mis ojos se humedecieron y mi garganta comenzó a arder. Me tiré a él, abrazándolo tan fuerte como podía, se escuchó una risita de su parte mientras correspondía el abrazo.