Se levantó lentamente, se sentía mal por la conversación que tuvo ayer con Ainosuke, ¿realmente debería alejarse de Reki? No, eso no es lo que quería.
Decidió darle los buenos días y para su suerte, Reki contestó rápido y pudo hablar con el por un rato.
Después de eso, se cambió de ropa y bajó a la cocina. Un café le bastaría por un rato.
Pasos se escucharon.
- Buenos días - la voz sonó.
- Buenos días - respondió Langa girándose para mirar a Tadashi.
- ¿Que tal dormiste? -.
- Supongo que bien - bebió todo el café y dejó la taza sobre la encimera, caminando hacia la puerta para salir y darle la espalda a Tadashi.
- ¿A dónde vas? - preguntó poniendo una mano sobre su hombro impidiendo que siguiera su camino.
- ¿Dónde está Ainosuke? -.
- Salió -.
- ¿Y Kiriko? -.
- En el patio trasero - suspiró - oye, no quiero que vayas en contra de ella, ¿me entiendes? Ella no tiene la culpa -.
- Lo sé, ¿puedes soltarme, por favor? -.
- Está bien, lo haré, pero no quiero volver a escuchar a Ainosuke diciéndote que te alejes del chico, ¿comprendido? Aún que supongo que si quieres desobedecer no puedo hacer nada - soltó su agarre - solo quiero lo mejor para tí -.
- Comprendido pero no puedo prometer nada, me voy, buen día - se dirigió hacía el patio trasero.
Llegó y se encontró a la mujer regando unas flores.
- Buenos días - se acercó a ella, asustandola.
- ¡Ah! Langa... No te vi venir, buenos días - su expresión cambió a una seria.
- ¿Que fue lo que le dijiste? -.
- Ya te lo dije, todo lo que vi, te expliqué la situación, ¿no es así? -.
- Si, lo hiciste -.
- ¿Entonces que es lo que necesitas? -.
- Nada -.
- En ese caso, con su permiso, me retiro - dejó la regadera que tenía en la mano a un lado y pasó por el lado de Langa, alejándose de allí rápidamente.
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Llegué a casa y en cuanto abrí la puerta Koyomi bajó del piso de arriba dirigiéndose directamente a mí.
- ¡Imbécil! ¡No pude dormir después de eso! ¿¡Ves las ojeras que me quedaron!? ¡Y hoy justo iba a verme con Miya! -.
- Eso te pasa por andar de graciosa - me burlé - ¡Tú igual me pusiste una alarma! -.
- ¿¡Creéis que estás son horas de gritar!? - mamá se acercó a nosotros furiosa - ¡Son las ocho de la mañana! ¡Estoy intentando dormir! ¡Al igual que las gemelas! -.
- Perdón, mamá... - dijimos a la vez, bajando la cabeza.
Gruñó y se dió la vuelta para volver a su cuarto.
- ¿Ahora que hago yo con estas ojeras? - preguntó suspirando.
- Ponte maquillaje, ¿no es eso lo que haces siempre que quedas con Miya o con tus amigas? -.
- ¡Pues si! Pero ya se me acabó y no me da tiempo a ir a comprarlo porque la tienda abre a las nueve y media y quedé con Miya a las diez -.
- ¿Y a dónde vais tan pronto? -.
- A desayunar juntos, como una pareja enamorada - sonrió.
- ¿Puedo ir? - pregunté, no tenía mucho que hacer hoy.
- Pues claro que no... Pensándolo bien, puedes ir, pero con una condición -.