Horas después de todo aquello me encontraba en Tokyo, junto a mis hermanas y mi madre, en frente de la casa de una de sus mejores amigas, Ema.
Le dió un par de golpes a la puerta, lo suficientemente fuerte para que los de adentro lo escucharan.
Segundos más tarde, una hombre alto y musculoso abrió la puerta.
- Hola, Hiromi - mi madre lo saludó con una sonrisa en la cara.
- Que sorpresa, ¿que haces aquí? - preguntó devolviéndole la sonrisa.
- ¡Masae, te estaba esperando! - Ema apareció detrás de Hiromi y se lanzó sobre mi madre para abrazarla - ¿Estos son tus niños? ¡Que grandes están! - le acarició la cabeza a Koyomi.
Mi madre asintió y abrazó a Ema de vuelta.
Nos dejaron pasar y dejamos nuestro equipaje en un lado de la sala. La casa era grande, lo suficiente para poder vivir por un tiempo todos juntos.
Había varios sofás y sillones así que todos nos sentamos por allí juntos para poder hablar.
Me senté en un sofá y dejé que las gemelas se sentaran en mis piernas, ellas todavía estaban confundidas, comprensible, ya que habíamos recogido todas sus cosas y las habíamos traído a otra ciudad de repente.
- Bien... ¿Entonces, Ema, está bien que nos quedemos aquí por tiempo hasta que los problemas se resuelvan? Que por cierto, aún cierta persona no me ha explicado nada - habló mi madre mirando a Ema y luego a mi.
Hiromi parecía sorprendido, al parecer no estaba enterado de que nos íbamos a quedar aquí.
- Bueeeeno... Resumiendo, mamá, ¿te acuerdas del violinista, cierto? - ella asintió - pues nos conocimos y nos empezamos a gustar, pero luego me dijo que vivía con su padrino, un político famoso que lo acosaba y que el querría hacerme daño si no nos separábamos, pero como somos así de cabezotas no nos separamos, el se alejó de mi y intenté verlo yendo a su casa y hoy su padrino me abrió la puerta, casi me apuñala y pues... eso -.
Todos me miraban con asombro y confusión. Menos Koyomi, que ya se sabía la historia.
- ¿En qué mierda te has metido, chico? - habló Hiromi.
Reí nervioso y bajé la cabeza.
Koyomi se sentó a mi lado y me dió unos golpecitos en la espalda antes de hablar.
- ¿Pues que esperaban? Así es mi hermano, y así lo queremos - la miré y me sonrió.
Le sonreí también, mi madre suspiró y empezó a hablar con Ema.
Las gemelas fueron con Shadow para jugar con él.
- Esto es una locura... - susurré apoyando mi espalda en el sofá.
- Mientras estemos a salvo todos eso no importa - dijo mi hermana mientras agarraba mi mano y me sonría.
- Ya no vas a poder estar con Miya, Koyomi, por mi culpa -.
- ¿Crees que no lo he pensado? No pasa nada, Reki, esto es lo mejor, solo quiero el bienestar de mi familia -.
Asentí y cerré los ojos.
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