Le conté a Joe todo lo ocurrido y Langa le dió la dirección de la casa. Después de unos veinte minutos estaban llamando a la puerta, Langa me ayudó a bajar de la cama, agarrándome de la cintura. Me mantenía cerca de su cuerpo mientras me indicaba por donde era. Su cuerpo era cálido y su olor me transmitía seguridad.
- Cuidado por las escaleras - me avisó agarrándome más fuerte.
Llegando a la puerta, la puerta volvió a sonar, Langa gritó un pequeño "¡Ya va!" y abrió, encontrándose con un hombre alto, con pelo verde y muy musculoso.
- Un placer, ¿eres Langa, verdad? Soy Joe - extendió su mano para que la tomara en forma de saludo.
Langa sonrió y la tomó asintiendo.
- Gracias por venir Joe... - me acerqué a él cojeando y con un poco de ayuda de Langa.
- No te preocupes, ¿nos vamos? - asentí y me despedí de Langa agitando la mano, el copió mi gesto y me sonrió, no parecía una sonrisa alegre, más bien era una triste pero no le di mucha importancia.
Llegando ya fuera del jardín escuché una voz llamándome.
- ¡Reki! ¡Espera! - Langa llegó corriendo hacia mí y me dió una tarjeta - este es mi número, llámame cuando consigas un móvil nuevo, ¿si? -.
- Si... - eso me sorprendió, pero me pareció lindo.
Esta vez me despedí con un pequeño beso en la mejilla, me alejé sonriéndole y me subí al coche de Joe.
- ¿Te gusta el muchacho? - fue lo primero que me preguntó al subir al coche.
- No lo sé, te dió su número... le besaste... - arrancó el coche - ¿De verdad lo acabas de conocer? -.
- Si... Bueno, la verdad, lo conocí ayer en un concierto, es violinista, y bastante famoso según tengo entendido -.
- Con razón tiene ese casoplón -.
- No es suyo, es de su padrino, sus padres fallecieron y se tuvo que quedar con él -.
- Hmm... - no pareció darle importancia y siguió conduciendo.
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Langa volvió a su cuarto, algo avergonzado por lo que acababa de pasar hace unos minutos. Le dió su número y... ¡lo besó en la mejilla! Se tiró en la cama, metiendo la cabeza entre las almohadas y dejando escapar un pequeño grito ahogado.
- ¿Ya se fue? - Tadashi entró sentándose a su lado en la cama.
- Si... - levantó su cara y miró al pelinegro - le di mi número... espero que me escriba algún día -.
- Si, seguro que lo hará - acarició la cabeza de Langa ganándose un gruñido de parte de este - Ainosuke llegará pronto, guarda el botiquín para no dejar evidencia -.
Salió del cuarto dejando solo a Langa, este hizo lo que le dijeron y después de eso llamaron a la puerta, corrió abajo a abrir y se encontró con Ainosuke.
- ¡Pero bueno...! Mi Langa... tan lindo como siempre, ¿me echaste de menos? - lo acercó a su cuerpo agarrándolo de la cadera, haciendo que Langa pusiera sus manos en su pecho.
- Si... - desvío la mirada incómodo.
- Eso pensaba - lo alejó empujándolo, cayó al suelo, soltando un quejido de solor - ¿alguna queja? -.
- No señor... - escuchó como Ainosuke desaparecía por una puerta mientras se reía.
Suspiró poniendo su cara entre sus rodillas, el infierno empezaba de nuevo.
