Langa volvió a entrar y a dirigirse hacia nosotros, todavía con la cara que había tenido durante toda la mañana, incluso peor
- Bien, ¿nos vamos ya? - preguntó Koyomi.
Salimos del restaurante y nos despedimos de Miya, que se fue rápidamente después de besar a mi hermana.
- Adiós, Langa, nos vemos - empecé a caminar junto a Koyomi pero una mano me impidió seguir.
- No quiero ir a casa - la mano de Langa sujetaba fuertemente mi hombro.
Me di la vuelta para mirarle a los ojos y ver que parecía estar a punto de llorar.
- Koyomi, puedes ir yendo a casa, me quedaré con Langa, ¿vale? -.
Ella aceptó y se fue.
Dirigí a Langa hacia un banco y hice que se sentara, después lo hice yo. Ninguno dijo nada por un rato, pero finalmente Langa se animó a hablar.
- Me da miedo ir a casa - dijo mientras miraba el suelo, las lágrimas se escapaban de sus ojos.
- Es Ainosuke, ¿verdad? - pasé mi mano por sus hombros y agarré suavemente su cara para que me mirara.
- Si... Me da miedo lo que pueda hacerme - su voz salía baja, estaba temblando.
- ¿Quieres quedarte conmigo? - pregunté.
- ¡No puedo hacer eso! - gritó, luego su expresión se relajó - se enfadará más si hago eso -.
- Está bien, haz lo que te parezca mejor, pero, ¿sabes? Voy a estar para tí siempre cuando lo necesites, si necesitas hablar, estoy para tí, si necesitas un lugar en el que quedarte, estoy para tí, ¿vale? Así que no te preocupes -.
Asintió, todavía temblando.
Me acerqué a él, besando sus labios lentamente, mientras limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas con mis dedos pulgares.
Me separé y miré a sus ojos.
- ¿Es verdad todo eso? - preguntó.
- Por supuesto, todo va a estar bien, ¿confías en mí? -.
- Si, confío es ti - una sonrisa se formó en sus labios, le di un beso rápido y lo levanté del banco junto a mí.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- ¿Qué sabor quieres? - le pregunté. Después de todo eso le llevé a comprar un helado.
- El de vainilla -.
- Bien. Un helado de vainilla y uno de chocolate, por favor -.
El hombre me dió los helados, le pasé uno a Langa y pregunté el precio. Pagué y guié a Langa a otro banco que había cerca.
- No hacía falta que lo pagaras, te puedo devolver el dinero si quieres -.
- No, tranquilo, yo invito - le sonreí - puedo hacerle un regalo a una de las personas más importantes para mí, ¿verdad? -.
- Sí, supongo que sí. Tu también eres muy importante para mí - confesó - me gusta mucho pasar tiempo contigo -.
- Me alegra escuchar eso -.
Todo se quedó en silencio, solo estábamos nosotros dos de nuevo, justo como nos había pasado en el restaurante mientras nos abrazábamos. Éramos nosotros y solo nosotros, lo demás no existía. Todo se sentía así, hasta que Langa habló.
- Oye, Reki -.
- ¿Sí? -.
- Si se diera el caso de que tuviera que alejarme de tí, ¿me odiarías? - tenía un rostro serio.
- No podría odiarte, Langa. Pero si me sentiría mal -.
- Comprendo... - apartó la mirada.
- ¿Por qué la pregunta? -.
- No, por nada, tranquilo - se acercó a mí y pasó un brazo por mis hombros, después, besó varias veces mi cabeza.