Intenté abrirme paso entre la gente, pero fue imposible, había una gran multitud de personas al rededor de él. Volví con mi familia y suspiré.
- ¿No lo conseguiste? - me preguntó mi hermana apartando la vista de su móvil y mirándome.
- No... Hay demasiada gente - suspiré de nuevo.
- Puedes esperar a que se vaya yendo la gente, tenemos para un rato largo hasta que venga el taxi - volvió a mirar hacia su móvil.
- Supongo que sí... - miré de nuevo hacia el chico, Langa Hasegawa, ¿verdad? Saqué mi móvil del bolsillo y busqué su nombre. Me sorprendí con la cantidad de información que había, aún así solo miré lo más básico.
Langa Hasegawa es un joven violinista que en poco tiempo se ha convertido en una celebridad que mucha gente admira. Este chico solo tiene 17 años para 18. Es de nacionalidad canadiense pero por asuntos desconocidos tuvo que ir a vivir a Japón, el lugar de nacimiento de su madre, Nanako Hasegawa, fallecida a la edad de 47 años debido a una enfermedad. Langa tuvo que quedarse a vivir con su padrino, Ainosuke Shindo, un político bastante famoso.
¿Ainosuke Shindo? Me sonaba bastante, alguna vez vi algo sobre el en la televisión. Parecía ser una persona algo seria pero con un toque de humor.
Volví a mirar Langa, ya parecía haber menos gente así que aproveché la oportunidad para acercarme. Esta vez me fue mucho más fácil acercame. Cuanto estuve frente a él no pude evitar ponerme un poco rojo. Visto de cerca era mucho más guapo, tenía unas pestañas largas y gruesas, unos ojos azules hermosos y un cabello que parecía ser igual de suave que el algodón.
- Este... - aparté la mirada - me gustó mucho como tocaste el violín, ¿sabes? Te salió muy bien - dije poniéndome aún más rojo.
- Gracias... ¿como te llamas? - me sorprendí bastante por la pregunta, ya que no estaba mostrando mucho interés en las demás personas.
- Reki... me llamo Reki - sonreí mirándolo.
- Ya veo, un placer conocerte, Reki. Ya me tengo que ir, buenas noches - observé cómo su espalda se alejaba y se montaba en una limusina.
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Corrí hacia mi familia muy emocionado, ¡el me preguntó mi nombre! ¡Incluso me dió las buenas noches! Creía ser la persona más feliz del mundo, ese chico realmente me gustó. Claro que no era un secreto para mí familia que también me gustaban los hombres, yo siempre les contaba todo, y ellas me apoyaban.
- ¿Acaba de terminar el espectáculo y ya estás pensando en el siguiente? - contestó Koyomi riéndose.
El taxi llegó y nos subimos, no pude dejar de ver fotos de Langa durante todo el camino, no sé qué me gustó tanto de el pero me dejó encantado.
Al llegar a casa subí a mi cuarto cerrando la puerta y tirándome en la cama. No podía parar de pensar en él, fue lo mejor ir al teatro, le debo una a mi madre.
