Una semana había pasado y Langa seguía sin tener noticia alguna de Reki, le dió su número pero y si... ¿Reki no estaba interesado en el? ¿Y si solo lo trató bien por educación? Preguntas como esas se formaban en su cabeza y cada vez lo preocupaba más.
Sabía que prácticamente no se conocían pero le gustaría primero ir a por una amistad, y más tarde, si va todo bien, a por una relación. Obviamente sin que Ainosuke se enterara, los mataría a ambos.
- ¡Langa! - hablando del rey de Roma. Ainosuke entró a la habitación de Langa con los brazos extendidos.
Se acercó a él abrazándolo fuerte y acercando su cara a su oído.
- ¿Que ocurre? - respondió incómodo.
- Ya se dónde y cuándo será tu próximo espectáculo - habló a su oído apretándolo más fuerte.
- Ajá - respondió sin mirarlo y sin mostrar interés por lo que escuchaba. A Ainosuke no le agradó esto.
Le soltó y se puso en frente de él mirándolo con superioridad y agarrado su mentón obligándolo a mirarlo también.
- No me gusta el comportamiento que estás teniendo últimamente, ¿se debe a algo en especial? - Langa quería soltarle todo lo que pensaba acerca de el, que era un estúpido, que solo lo utilizaba para ganar dinero, pero sabía que se metería en problemas si lo hacía.
- No... lo siento - intentó apartar la cara pero Ainosuke no se lo permitió.
- Así me gusta - lo soltó - el espectáculo será en una semana, el diecisiete de este mes, no me decepciones -.
Salió de la habitación sin decir nada más, Langa se quedó mirando la puerta, suspirando. Odiaba a Ainosuke más de lo que podía llegar a pensar que se podía odiar a una persona. El solo verlo le saqueaba, el único que estaba con el en esos momentos era Tadashi, Tadashi siempre lo hacía sonreír con cualquier cosa, era un gran amigo.
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El día que me atropellaron, Joe me llevó a mi casa y ayudándome a entrar. Mi madre corrió a mí preocupada, no quería que se preocupara más así que le mentí, solo le dije que me caí y Joe me encontró.
Aún no compraba un móvil nuevo, no había tenido tiempo y todavía no podía andar bien.
Ahora mismo me encontraba en mi cuarto, junto a Miya, mi mejor amigo, estábamos jugando videojuegos.
- ¡Ja! ¡Te gané otra vez! - me señaló con el dedo y se empezó a reír.
- ¡Cállate! ¿No ves que estoy herido? - me hice la víctima golpeando su mano.
- No es mi culpa que seas malo en los videojuegos, lisiado - siguió riéndose de mí.
- ¡No me llames así! - hice un puchero y aparté la mirada.
Me puse a pensar en Langa, aún tenía su número, ¿estaría preocupado? No creo, no me conoce de nada. Sin embargo, estaba deseado conseguir un móvil nuevo para poder llamarlo y decirle que todo estaba bien, yo lo conseguiría, no tardaría mucho.
- Bueno, ya es tarde, me voy a casa - dejó de reírse y me acarició el pelo - nos vemos mañana, lisiado - salió de mi cuarto agitando su mano.
Sonreí y escuché como Koyomi se despedía de Miya diciéndole que se quedara un rato más con ella. Ambos se gustaban, pero no querían admitirlo.
Me eché en la cama, pensando en Langa, lo llamaría en unos días, solo en unos días.
