Prólogo

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Ubicación: Guadalajara, México, seis meses antes...

Conan

Estoy acostado en la cama mirando al techo, cuestionándome si es correcto lo que estoy a punto de pedirle, y... ¿Si me equivoco? ¿Si lo arruino? Escucho el sonido en la puerta de mi habitación de hotel, abro y veo a una dama recargada sobre su codo izquierdo en el marco de la misma, su cuerpo inclinado al lado derecho, destacando su cadera. No puedo evitar sonreír.

Es tan linda

Hola, guapo. —Se adentra al lugar. —¿Me echabas de menos? ¿Tan rápido? —sonríe.

—Me llamaste llorando hace quince días, porque el idiota que era tu novio te dejó. Así que... —me encojo de hombros, ella sabe por qué estoy aquí.

Alitzel es mi mejor amiga, aunque su nombre es bastante difícil de pronunciar.

El hermoso color bronceado de su piel con sus ojos grandes y redondos color café hacen juego a la perfección.

La vi hace dos años cuando contraté un servicio, estaba muy aturdida y parecía que había llorado, así que solo conversamos. Pensé que no lo vería de nuevo, pero en una segunda ocasión ella apareció. A partir de ahí nos conectamos, es la única persona aparte de mis primos que me conoce lo suficiente.

Haría cualquier cosa por ella.

En este instante, solo deseaba golpear al individuo que le causó un dolor en su corazón. La había dejado y a la semana posterior a lo acontecido, él ya tenía otra pareja.

No me extrañaría en lo absoluto que el exnovio de Ali estuviese en otra relación y a la par estar con ella.

—Podrías decirme, ¿Qué fue lo que paso? —digo con impaciencia

Ella soltó un largo suspiro y comenzó a contarme lo sucedido. Me parecía increíble como ella defendía a ese tipo. La abandonó. Y me hierve la sangre al saber que se culpa de lo sucedido. Es claro que la dejo por otra chica, pero hacerla sentir mal por su trabajo...

—¡Qué hijo de puta! —ladré —Dime dónde vive, iré a golpearle la cara.

Me encontraba alterado. No soy una persona violenta, pero ese imbécil merecía todo lo que pasaba por mi mente.

—No harás nada de eso, así que ¿podrías calmarte?, además no lo valgo —Su voz salió en un hilo.

La tristeza la atormentaba, era evidente, pero sus palabras fueron hielo para mí; ¿Cómo podía decir eso?

Es la mujer más asombrosa que he conocido en mi vida, una mujer espléndida, hermosa, tenaz y sobre todo gran consejera. ¿Cómo podía ser posible que ella no percibiera lo maravillosa que es?

La tomé por la barbilla, la miré los ojos hablándole con tranquilidad y voz suave:

—Ali, lo vales demasiado, y no lo digo porque eres mi mejor amiga. Queda claro que ese hombre es un idiota por no notar lo magnífica que eres y así que nunca digas delante de mí que no vales. ¿Lo entiendes? —Sus ojos estaban llenos de agua.

Las lágrimas no tardan en derramarse sobre su rostro, las limpio y le doy un pequeño beso en su frente. La envuelvo en un fuerte abrazo mientras ella solloza, lo amaba, me lo dijo. Aborrezco a ese hombre.

Nos quedamos abrazados hasta que se tranquiliza, diciéndome que me quiere mucho, agradece que este para ella, pero que no me permite ir a romperle la cara, todavía lo ama, su corazón se rehúsa a dejarlo ir.

Solo me queda asentir, tragándome el nudo que siento en mi garganta.

—¿Cuánto tiempo me queda? —cambio el tema.

Mira su reloj —Ya van cuarenta minutos, tengo que comunicarme con don José para pedir más tiempo, ¿Qué le digo?

Le brindo una mirada de irritación, ¿Qué se cree?

Puso los ojos en blanco —Se me olvidaba que estoy con el millonario.

—En realidad soy billonario. —Lo que la hace volver a colocar sus ojos en blanco, y me rio.

—Don modestia te llaman.

—¿Cuándo lograré convencerte de irte conmigo? Podrías trabajar para mí, lo sabes.

Su expresión cambia y su cuerpo se tensa. Ali odia que le pida esto, sin embargo, no puedo quedarme de brazos cruzados. Quiero ayudarla, pero no me deja.

Sabes que no se trata de querer, no está acostumbrada a que la gente le brinde algo.

Sabía que mi conciencia tenía razón, desde que era niña ha trabajado y pasado mucho. Lo cual solo me permitía aumentar mi admiración por ella.

Su respuesta fue negativa. Simplemente, le di un pequeño asentamiento. No tenía planeado rendirme, pero no ganaría esta batalla, al menos no hoy.

La persona responsable del trabajo de Ali ya estaba fuera del hotel para recibir el pago por el servicio, me quedé en la habitación esperando a que regresara y salir de aquí un momento.

Cuando regresó de nuevo, ya había terminado de ponerme los zapatos. Nos dirigimos hacia un restaurante cercano al hotel para conversar.

Una vez que ordenamos nuestra cena; mientras conversamos, el sonido de mi teléfono nos interrumpió. Observé la pantalla y fruncí el ceño. Nunca me llama cuando me encuentro fuera del país, menos en esta hora.

Miré el móvil y me disculpé con Ali. Tenía que responder la llamada. Salgo del restaurante, caminando a un costado de este y contesto.

—Bueno, ¿Qué ha pasado?

—Tengo buenas noticias —hablaba mi padre del otro lado de la línea.

En un instante, decidió lanzarme una bomba. Enarco una ceja y sé que no puede mirarme, pero decir que me encuentro asombrado es poco.

—¿Debes estar jodiéndome? —Le pregunto a mi padre, quien continúa con la conversación.

—Padre —Le interrumpo. —Me estás pidiendo demasiado, ¿por qué lo haría? —doy un largo suspiro y pregunto —¿Con quién?

Al oír su nombre «Estaba a punto de tener un ataque de pánico», todo mi cuerpo se paralizó, sentía que me faltaba oxígeno, es como si el aire a mi alrededor desapareciera, me encontraba justo al borde de un abismo, y mentiría si dijera que eso no me preocupaba. Lo peor de toda esta situación es que no sabía si eso era bueno o malo.

Lo sigue siendo...

No lograba seguirle el paso a mi padre.

Me encontraba agobiado ante la situación. Mi padre, al no recibir respuesta, se apresuró a decir que era un acuerdo sobre la mesa. Si me negaba, no se molestaría, solo tenía que moverme por mi cuenta. El tiempo se me agotaba y lo sabía.

¡Mierda!

—Entiendo... Nos vemos en 4 días. —Finalizo la llamada.

Aprieto los dientes con demasiada fuerza y tomo una gran bocanada de aire, sin duda lo necesitaba. No podía permitirme un ataque de pánico aquí. Tenía que controlarme.

No tenía idea de si lo que estaba a punto de suceder sería una buena idea.

Me sobrecargo en la pared cerrando mis ojos, ¿Cómo se le ocurre a mi padre esto? Estoy sumergido en mis pensamientos que olvidé que Ali estaba esperándome.

Escucho el repique de unos tacones acercándose.

—¿Qué paso? —Me pregunta, la observó de soslayo y suspiro.

Con las siguientes palabras estaba sellando mi destino.

—Me casaré Ali.

NO ME DEJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora