Capítulo 14

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Michael.

Me encontraba sentado en el sofá del bar donde solemos juntarnos, cuando de manera abrupta fui jalado por las solas de mi chamarra de piel, en el momento no procese la situación, pero cuando vi la furia en sus ojos, lo entendí.

El maldito Emmanuel me tiro al suelo, se subió ahorcajas y me envió un puñetazo al rostro. No iba a permitir que me pegara, no importaba si yo era el responsable de su ira.

Me valía una mierda si estaba enojado o no.

Cuando noto que quiere repetir la acción, detengo su puño al aire y lo empujo con fuerza para retirarlo de encima de mí, al lograr mi objetivo me pongo de pie invitándole a golpearnos mutuamente. No pondré la otra mejilla. No está en mi naturaleza. Quiere pelear por una zorra, pues vamos a darle.

Puedo escuchar el murmullo de los que están alrededor nuestro.

Lanzo mi primer golpe en su contra, pero lo esquiva, lo veo tomar envión impactando su puño contra mis costillas del lado derecho, lo que me hace perder un poco el equilibrio. Me recupero y envío un golpe bajo directo a su estómago, lo hace doblarse, aprovecho la oportunidad dando otro golpe justo al centro de su cara, escucho el crujir de su nariz, lo que me da una enorme satisfacción.

Se recupera lanzando un gancho en mi estómago, lo que me hace perder un poco el equilibrio. Sin perder el impulso lanza su puño directo a mi ojo izquierdo y como la mierda duele.

Continuamos repartiéndonos de manera mutua golpes, cuando estamos en el suelo, nuestro jefe llega y puedo escuchar el grito autoritario de que ha pasado, pero estoy concentrado ya golpeado la cara de Emmanuel sin parar, golpe tras golpe, el tipo debajo de mi cuerpo parece ya inerte.

Ojalá haya muerto.

Me retiran de encima de él. Y comienza a tomarle el pulso. Para mi desgracia, está vivo. Solo muy golpeado. Y sonrío ante la majestuosidad mi arte en su cara.

Aprenderá a no meterse conmigo.

—Quiero que me expliques qué paso aquí, ahora mismo. —Dicta mi Jefe. Está muy enojado. No lo culpo.

—Emmanuel llego a golpearme, todos aquí están de testigos que me encontraba sentado bebiendo una cerveza y tranquilo.

—¿Qué hiciste? —enarca una ceja —No mientas, te conozco bien y Emmanuel es rudo, pero no es un imbécil, no pelea porque sí. —aclara— de ti no puedo decir lo mismo.

Y tiene razón. No hay trabajo que no pueda hacer y no me molesta ensuciarme las manos. Al contrario, el golpear y apuñalar es lo mío y estoy orgulloso de ello.

—Me metí con su novia —informo sin una pizca de vergüenza. Los ojos de mi jefe centellan de furia. Me pide que me retire y vaya a mi casa a limpiarme, luego hablará conmigo

Una costilla rota es lo que me gano, por meterme con la novia de mi mejor amigo.

Ex mejor amigo.

Yo no tengo la culpa que su novia sea una puta, que busque alguien que si la haga venirse y no un mediocre.

Maldito hijo de puta de Emmanuel. No pudo solo golpearme y dejarlo así, no, el hijo de puta tenía que ir de chismoso como maldita nena a decirle a mi maldita novia.

Trato de localizar a Caro, sin tener respuesta aún. Maldita perra; ¿Qué se ha creído para no responder?.

La he mantenido comiendo de la palma de la mano por años y no estoy dispuesto a dejarla ir. Quiero un hijo y tiene que ser con ella. Es la única manera. No me acerque ella solo por su bonita cara, que sí, tiene bonita cara.

NO ME DEJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora