Capítulo 33

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Conan

6 años de edad

Estoy enojado con mamá, siempre quise tener hermanos, pero me respondió, que no podía tener más bebés. Yo mencioné que ella no necesitaba hacer nada, le había pedido a Santa Claus uno, solo me sonrió y me contó que eso no sería posible, fue extraño. ¿Cómo qué no? Mi amigo Carl le pidió a santa un hermanito y ahora él tiene uno. Yo quería uno, pero si los bebes no los traía Santa ¿Quién lo hacía? ¿La cigüeña?

Estaba muy triste, hice mi carta hace semanas, me emocionaba el día hoy, pero mi mamá me quito la felicidad, me habló con ternura mientras me abrazaba y me explicaba que no era posible y que no debía estar triste, era un momento de celebración, sus caricias no funcionaron. Deseaba un hermanito; sin embargo, yo no tenía el número de la cigüeña. Me propuse esperar en la noche para preguntarle a mi abuelito.

Me alegré un poco cuando mis primos llegaron, ahora estamos jugando con los carritos qué nos han regalado. Nos emocionaba jugar juntos, Cinan es pequeñito, aún habla poquito y muchas palabras no las entendemos, pero yo soy grande, muy grande.

Me levanto del piso para sacudir mis rodillas, mi ceño se frunce al notar una camioneta color blanco frente a casa, eso es extraño, nunca veo coches por aquí, y menos así de grandes, tenía uno de juguete.

No importa.

—Nan, e mío dojo —veo a Cinan.

—Es rojo — le dice Callum —ro-ro-rojo —repite.

—dojo —nos reímos la "r" no la sabe pronunciar.

Callum y yo tratamos de enseñarle a decir más palabras.

—"ruuumm" —Cinan toma su carrito rojo y lo pasa por la pista de tierra que hicimos.

Veo como mi primito avienta el coche y cae cerca de la entrada casa, camino hasta allá para ir por él antes de que se ponga a llorar, no me gusta que llore.

—Los coches no vuelan —le digo mientras avanzo.

—Nan quelo un vion.

—Avión —le deletrea la palabra Callum.

—Vion, vion, vion —grita Cinan.

—Me rindo —suspira Callum.

Recojo el cochecito y volteo a ver a la camioneta, sigue siendo extraño. Pongo la mirada fijamente hacia la camioneta, siento algo extraño dentro de mí, no sé qué sea, ladeo mi cabeza a la derecha, luego a la izquierda, algo no me gusta. Quizás solo sea porque jamás veo autos aquí, las casas tienen largas distancias entre una y otra. Me encojo de hombres y me rindo.

Estaba por girarme sobre mi eje y regresar a jugar cuando un hombre con algo en su cara color negro se baja de la parte de enfrente. Siento algo estremecer mi pequeño cuerpo.

Miedo.

—Callum toma a Cinan y corre a la casa. —anuncio.

—¿Qué?

No volteo a ver a mi primo, solo observo con determinación a ese hombre. Abre otra puerta de la camioneta y dos hombres más bajan de ella, ellos también tienen su rostro tapado con algo color negro, parece una máscara, tiene agujeros en los ojos. Caminan hacia nosotros.

¿Qué hacen?

—Callum, corre con Cinan. —Giro el rostro hacia mi primo, quien está quieto en el mismo lugar —¡Ahora! —le grito con todas mis fuerzas.

Mi grito los hizo detenerse por un momento, creo que los espanté, pero los veo correr a nosotros, no sé por qué, solo lo hago, corro en su dirección, busco la manera de que no lleguen a mis primos pequeños. El abuelo siempre nos contó que nos teníamos que cuidar entre nosotros, pero que yo por ser el mayor debía cuidarlos más y ayudarlos.

NO ME DEJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora