Capítulo 13

232 34 8
                                    

Carolina

Me encuentro de pie en la puerta de entrada de la casa de mis papás, no sé cómo llegue aquí.

No entro, mis pies se encuentran clavados al piso. Siento como me debato internamente si debería entrar o no. Ni siquiera tengo idea si alguno de mis papás está en casa. Puede que no haya nadie.

Tampoco sé muy bien por qué estoy aquí, porque no irme sola a mi casa y ya. Pero aquí estoy.

Busco en mi llavero la llave de la puerta, mamá me dijo que este sería siempre mi hogar y podía regresar cuando lo necesitase.

En el fondo creo que sé por qué estoy aquí.

Coloco la llave en la cerradura y puedo escuchar el "clic" del seguro. Cuando la puerta se abre, el aroma a comida, entra en mis fosas nasales y por primera vez quisiera decir que mi apetito ha despertado, pero no en esta ocasión.

Mi estómago sigue en un nudo, tengo ganas de vomitar. Mis ojos se inundan de agua, cuando las ganas de llorar me golpean al escuchar la voz de mi mamá.

Todo sucede en una fracción de minuto, me derrumbo sobre mis rodillas, un grito ensordecedor abandona mi cuerpo de lo más profundo de mi ser, mi mamá cae frente a mí tomando mi rostro entre sus manos, no puedo ver su rostro porque mis lágrimas caen como un torrencial.

De mí, solo escucha el llanto y grito con desasosiego.

De repente soy colocada en el regazo de mi mamá, ella me acurruca y me envuelve entre sus brazos. Entre mi llanto desconsolador, puedo decir tres palabras:

—Me. Quiero. Ir.

Solo escucho a mi madre, callarme en sonido, estrechándome más a ella, acariciando mi espalda en el proceso.

—Me quiero ir mami. Me quiero ir. —repito.

Pero mi madre solo me calla. Y continúa con su arropo. Empiezo a escuchar cómo me dice que todo estará bien. Que sanaré. Poco a poco mi respiración se va ralentizando y mi llanto comienza a ceder un poco.

Pero el corazón, está destruido.

Cuando me he calmado lo suficiente, mi mamá mira mi rostro y cuestiona.

—Ahora sí —Yo no quiero hablar, pero no puedo ser egoísta, veo en sus ojos la preocupación. —¿Qué paso mi amor?

Paso saliva —Tenía un novio —Digo en susurro y veo a mi madre, quien se mantiene quieta, no hay sorpresa en su mirada. —¿sabías?

—Soy tu madre, ¿pretendías engañarme a mí?, que te crie y te conozco mejor de lo que tú te conoces a ti misma. —mis labios se tensan en una fina línea. Y siento vergüenza, porque jamás les había mentido.

—No te juzgo Carolina —está molesta —pero tampoco soy feliz, que mintieras por años. No sé quién es el chico con el que sales, pero sabía que había un chico. Esperaba que fueras honesta y me contaras. Pero no sucedió.

Las lágrimas amenazan con volver a fluir —me engaño mamá. Lo vi —paso nuevamente saliva y me quiebro, dejo que las lágrimas inundan mi rostro, lo salado de ellas llega hasta mi boca.

—Lo siento, mami, perdóname, no quería mentirte, solo que no sabía cómo decírtelo, no es una buena persona, tiene defectos o tenía, y yo creí que cambiaría por mí y entonces sucedió, me engaño y me duele y ni siquiera sé... —mucho vómito verbal salió entre mi llanto entre cortado.

Al final, creo que no dije nada, porque ni yo misma entendí. Pero mi mamá solo me observa en silencio y asiente en compresión.

—Mami, me quiero ir, no quiero vivir en esta ciudad nunca más.

NO ME DEJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora